El anuncio
Entró a la casa y la vio llorando. Recorrió con la vista todo el living, buscando algún motivo, hasta que le preguntó: —Má… ¿Por qué llorás? ¿Qué pasó? ¿Te pegó papá? Decime y lo cago a trompadas. Es un hijo de puta, ¿Cómo te va a tocar? Lo mato ya mismo. —No, nene, no —dijo ella, secándose la cara con el repasador—. Tu viejo es incapaz de levantarme un dedo, ¿qué decís? —¿Entraron a robar otra vez? ¿Se llevaron tus joyas? La puta madre… No te hagas drama, mañana mismo vamos a la calle Libertad y te compro todo nuevo, má. Es solo guita. —Pero no, si desde que nos robaron la última vez tu padre convirtió esto en una fortaleza. Si alguien quiere entrar, vuela en mil pedazos. Olvidate. —¿Entonces? No me digas que palmó el tío Oscar. La puta madre… ¿Cuándo es el velorio? Agarrá todo que te llevo. Deberíamos comprar una corona de flores, ¿no? —No, hijo, no. Además, ¿Por qué pensás que fue el tío Oscar antes que el tío Jorge, que ya está en las últimas? —No sé, lo presentí. Estuve con ...