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El Hincha

Hace unos días, fui a la casa de Jorge. Me temía lo peor. Se como lo afectan estas cosas, y necesitaba comprobar de que el hombre estaba vivo. Es un tipo especial. Bah, especial... no hay manera que lo pueda describir sin que ustedes no lo tilden de loco. Porque lo está. Pero es una locura linda, bah... que se yo. No vivo con él, no se como esa locura absurda, que lo consume, afecta a su vida diaria. Entré y lo vi. No me lo voy a olvidar mas. Parecía que estuviese levitando. Detenido en el tiempo, hipnotizado por la tv. Inmóvil. Mirando fijo esa pantalla. No pestañeaba. era una cosa de locos. no recuerdo haberlo visto pestañear en todo el tiempo que estuve ahí. No se cuanto estuve, pero fue un buen rato. Miraba la pantalla, abstraído del mundo. Me parece que no me vio llegar. Creo que no sabía que estaba pasando a su alrededor. La pantalla rezaba: Estamos afuera del mundial. El no era un hincha más, como cualquiera de nosotros podría serlo. El se sentía parte del equipo. Era uno

Los gallos violetas

En un pantano en el medio de África había gallos violetas. Si, un pantano en el medio de África. Raro. Pero ese era su hábitat. No estaban en ningún otra parte del mundo. Y eso que los buscaron, eh. Pero solo los encontraban ahí. Había millares, y digo había, porque ya quedan pocos, muy pocos. Ni vos, ni yo sabemos cuantos. Ojalá que sean al menos dos, pero andá a saber. Tenían muchas peculiaridades, además de ser gallos violetas, eran solo machos y se reproducían los machos. Un coito entre gallos era vuelta y vuelta, y tal vez los dos quedaban preñados. Por eso había tantos. Bah, no solo por eso. El principal motivo de la superpoblación de gallos violetas en ese pantano era que eran muy sexuales. Muy. Básicamente vivían para enfiestarse. Dos, tres, cinco, quince, no les importaba nada. Era su misión en el mundo.  Se han visto filas de hasta 50 gallos garchando. Una cosa de locos. Pero esa era su perdición también. Los cazadores los mataban como moscas, en pleno acto. Pum pum pum y m

El poder de tu mirada

Acá estamos. Vos, yo y un montón de extras. Que no saben que son extras en esta película. En nuestra película. Y de pronto me miras, al pasar, como si no quisieras, como si yo fuera una parada obligada en el camino de tus ojos. A veces no es de pasada, a veces me buscas. Estableces esa conexión que tanto me perturba. Porque hay extras, y yo estoy sumergido en esos ojos negros. Y los segundos pasan, y pasan, y la gente vive y nuestras miradas siguen ahí, estoicas esperando la pausa. Esa intensidad no es sostenible en el tiempo, al menos sin que los extras se percaten de que hay 4 ojos que se atraen, como imanes, y con el pasar de los segundos, la intensidad aumenta, y los extras... lo saben?  Sospechan? Murmuran por lo bajo? Tus ojos se clavan en los mios y se desata el caos. No hay otra palabra. Yo quedo prisionero de esos ojos en apariencia inocentes. Me nublo, la situación me desborda, y solo me estás mirando! Y luego... seguís con tu vida. Aquí no ha pasado nada. Bah, yo estoy