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Tenes idea?

Por momentos te miro y me pregunto cosas. Cosas no tan profundas. Diría que son hasta cotidianas. A veces me pregunto si tenes idea las ganas que tengo de abrazarte y protegerte de este mundo cruel y efímero. Si tenes idea las ganas que tengo de caminar de tu mano hacia no importa donde? las ganas de desearte las buenas noches al oído en lugar de por teléfono? de pelearte por el lado de la cama? de pensar con que desayuno sorprenderte por las mañanas? de planear los domingos juntos?.  Si tenes idea las ganas que tengo de besarte, como si no hubiera un mañana, en cualquier esquina de la ciudad ante la mirada incómoda de los transeúntes? de presentarte a mis amigos, a mi familia, a mis gatos? Tenes idea las ganas que tengo de que planeemos un viaje a donde sea, con tal de pasar tiempo juntos?  Tenes idea los nervios que me nacen cuando te me acercas sonriendo? La tara mental que se me produce cuando me decis cualquier cosa? Tenes idea la cantidad de películas que me hice donde sos la pro

Regalo de navidad

 Miré el reloj y marcaba las 23:45. Faltaban quince eternos minutos para la entrega de regalos. Mientras tanto la familia se la pasaba recordando anécdotas incomprobables de cuando yo era un niño. Esas historias que todos saben de memoria y aparecen irremediablemente en las reuniones familiares. A veces le agregan un detalle inédito como para despertar la curiosidad del oyente. Faltando quince minutos, debían ir por la historia de cuando yo tenía seis años y se me cayó un ladrillo en la cabeza. Entré tapándome la cara y corriendo al baño, todo ensangrentado. Alguna vez mi abuela le agregó que le hice un gesto de que no dijera nada, otra vez mi mamá lo condimentó diciendo que con una mano me tapaba la cabeza y con la otra traía el ladrillo. Seis años, ¿Cómo voy a levantar un ladrillo con una sola mano? Me acuerdo como si fuese hoy lo que pesaba. Necesité de las dos manos para tirarlo hacia arriba en busca de un timbre para recuperar la pelota colgada. Pero bueno, supongo que en todas la

La vida son decisiones

 La vi sentada, charlando de la vida con nuestros amigos, de la mano de él. Pero eso no me llamó la atención, era algo habitual. Hubo algo en esa escena que me paralizó el corazón. La yema de sus dedos, sobre la palma de su mano. Estaba haciendo un circulo. Cada vez que su dedo llegaba al inicio, yo sentía un cuchillazo. Esa imagen transmitía lo peor. No era sexo, aunque imaginarla con él me revolvía el estómago. Era algo mucho peor. Cada vez que hacía un círculo completo con la yema de su dedo, yo podía ver intimidad. Como si esos fines de semana nunca hubiesen ocurrido, como si los viajes de él no la hubiesen hecho sentir abandonada. Como si todo estuviese espléndido entre ellos. Yo no podía dejar de mirar ese dedo haciendo ese cÍrculo, hasta que en un momento determinado, me vio con la mirada clavada en esa mano. No lo terminó, presintiendo lo que significaba. Siguió contando anécdotas como si nada hubiese pasado. A la noche, ya solo en mi cama, recibí su mensaje:  E: No podemos seg

Contando las monedas

 Entré al bar a las corridas, me puse el uniforme y empecé a atender el sinfín de mesas que habitualmente me correspondían. El  lugar no era precisamente un templo de la novedad y el vanguardismo, no. Hacía tiempo que venía perdiendo clientela por ese tema. Un punto básico era que no habia wifi. Le faltaba pintura, las paredes estaban a la miseria. El patroncito venia soñando con una fusión con una franquicia moderna pero parecía que era solo eso: Un sueño. La falta de inversión se notaba en las luces, las mesas, las sillas, los menues. Parecía un bar de 1920. A pesar de perder a todo el público joven, el bar contaba con sus fieles comensales, tal vez por tradición. Los pedidos que tomé no eran la gran cosa: Un café, un tostado, nada extravagante, salvo la vieja de la mesa 14 que quería un sanguche que había visto en otro bar, que tenia un montón de cosas y empezó a enumerarlas: jamón y queso, desde ya, algo de palta. Tenia huevo, pero no era huevo duro, sería algo así como huevo revue

Quiero saber

 Yo no te quiero coger, yo primero... quiero saber Quiero saber que se siente cuando llegue el momento, cuando te empuje contra una pared y la distancia entre nosotros sea nula. Cuando dejemos de mirarnos a los ojos y busquemos inconscientemente la boca del otro. Quiero saber que se siente besarte. morderte los labios, buscarte la lengua. Quiero saber que se siente cuando se encuentre con la mía, cuando se mezclen , cuando se peleen, cuando se confundan. Quiero saber si me vas a morder, mucho poco nada. Quiero saber que se siente cuando nuestro alientos se choquen. Cuando nuestros cuerpos emanen un perfume único.  Quiero saber si besás suave o apasionada, si solés exhalar un gritito de excitación cuando reina el caos. Quiero escuchar tus suspiros cuando no te quede aire. Quiero saber que se siente cuando te clave las uñas en tu espalda vestida, atrayendo tu cuerpo hacia el mío. Quiero sentir tu sobresalto cuando alguna mano se filtre dentro de tu blusa. Quiero saber cuanto se acelera t

Un cuento de amor

 Faltan tres días para el evento y todavía no pude escribir el cuento donde le voy a hacer notar clara e inequívocamente lo que siento por ella. Me consumen los nervios. No sé cual puede llegar a su reacción, tampoco sé si alguien más va a notar quien es la destinataria de todo ese arsenal de cursilerías que pienso escribir en las próximas 72hs. Hace unos días, le mandé un ramo de flores a la casa, en forma anónima. Por desgracia ella se lo atribuyó a otro tipo, que para mi indignación reclamó el gesto como si fuese suyo. Tiene que ser un cuento brillante y brutal. El objetivo es lograr que ella, luego de leerlo reiteradas veces, no me pueda sacar de su cabeza. Esa es la única meta que persigo. Hoy por hoy, soy un cero a la izquierda, me sorprendería si supiera mi apellido. Cuando vi que se había anotado en este evento del club de escritura y lectura, no dudé ni un segundo en poner mi nombre, tal vez sea la única oportunidad de que me registre. Conocerla alteró mi vida radicalmente. Yo