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Mostrando entradas de octubre, 2019

Luz, cámara, propinas

Estaba comprando queso en el chino y la vi. Era ella. Sin maquillaje, con ropa de entrecasa pero podría distinguirla a kilómetros de distancia. ¡Estaba comprando en el chino de mi casa! Yo, que la veía casi todas las noches por la compu, en esos show donde se quitaba la ropa para que la gente le diese propina en dólares. bah, gente... todos eran tipos. En general eran extranjeros pero los de acá podíamos mirar gratis. En cambio los pudientes que colaboraban con dinero podían pedir cosas que ella hacía sensualmente, los otros mirábamos sin pedir nada. Era como algo interactivo, tal vez de ahí el morbo. No era una filmación, si tenías dinero la mujer (también había hombres y parejas) hacía lo que se te antojase. Un mundo nuevo para mi, que no solía salir de los vídeos pornográficos tradicionales que pululan por doquier en la red. Podría decir que caí por error en ese sitio, pero no fue así. Mi situación económica no es la mejor y estaba pensando como generar dinero desde mi casa. Ya que

El Colectivo del Infierno

Subí al bondi y estaba vacío. No estoy exagerando, estaba literalmente vacío. Sólo estábamos el conductor, un tipo canoso de unos sesenta y largos, y agotado de la vida, y yo. Miré el reloj y comprobé que eran las once de la mañana. Un día de semana, once horas y el bondi estaba desierto. Me olió mal. Eso ya no me gustó nada. Bah, miento. La primer impresión fue de júbilo, ¡me iba a poder sentar donde yo quisiera! Pero al pasar los minutos se volvió más raro el asunto. Estábamos en primavera, un hermoso clima, por lo que yo estaba en remerita y, como corresponde, bermuda. Me senté en lo que luego de un pequeño análisis debería ser el mejor asiento de todo el colectivo. Individual, casi llegando al final. A los pocos minutos me cambié a otro porque el aire acondicionado me estaba haciendo tiritar de frío. No era cuestión del asiento comprendí después, el aire estaba muy alto y me iba a congelar sentara donde me sentara. Estuve tentado de entablar una charla banal y superflua con el cond

El Cuaderno

Lo encontró cuando volvía a su casa luego de que una banda de malvivientes le hubiese robado y golpeado salvajemente. Estaba ahí, esperándolo, como si algún ser divino lo hubiese dejado olvidado en ese preciso lugar para que justo él lo encontrara. ¡En ese momento! ¡Estando tan vapuleado!. Quizás en otra circunstancia lo hubiese dejado en el mismo lugar donde lo encontró, sin darle mayor importancia pero algo hizo que su vista se fijara específicamente en ese cuaderno, acomodado prolijamente sobre un container de basura. Parecía un anotador tradicional, en la tapa no pudo leer ninguna inscripción. Cuando lo hojeó se encontró con una lista de instrucciones para su uso. Instrucciones. La curiosidad lo atrapó. Según lo que explicaba parecía ser una suerte de cuaderno mágico en el cual uno ponía el nombre y apellido de una persona. Ese individuo fallecía de un ataque cardíaco al pasar un minuto. Demasiado sencillo. Había varias páginas explicando como utilizarlo para muertes más trágicas o