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Mostrando entradas de junio, 2018

El Mágico

Goooooool!!!! El Mágico lo había conseguido de nuevo. Saltó más que nadie para impactar esa pelota con un frentazo brutal y colocarla junto al palo. Los espectadores estaban fuera de sí. Se abrazaban, gritaban y bailaban. No sabían que hacer ni como agradecerle a ese muchacho por todo lo que había hecho y estaba haciendo por su humilde club. Los hinchas lo idolatraban. Era ese tipo de fanatismo irracional, que cuando intentas explicárselo a alguien, no tiene lógica ni sentido. Lo amaban. Había puesto el 1-1 luego de un tiro de esquina. Se había elevado como un dios. Incluso para algunos de los fanáticos más radicales había levitado, o flotado, o algo de eso. Si, no podía ser, pero lo juraban y lo juraban. Saltó, flotó, esperó que le llegue la bocha y cabeceó lejos del arquero. Esa pasión no admitía discusión alguna. El partido ahora estaba 1-1, aún les faltaba un gol para lograr el ansiado campeonato. Sería algo histórico. Un club de barrio, como Yapeyú, peleando, mano a mano, cont

Tarde de confesiones

Tarde de confesiones Subió al taxi y le indicó la dirección al chofer. El auto arrancó mientras ella revisaba el celular, al cual le quedaba casi nada de batería. Se le apagó antes de poder mirar algún mensaje. Bufó sonoramente y lo guardó en la cartera. En eso observó una especie de bolsillo en el respaldo del asiento del acompañante que se titulaba: "Taxi Cuentos" Le consultó al joven que manejaba si los cuentos eran de su autoría y se puso a leerlos al recibir una respuesta afirmativa. El primero le gustó. Sencillo. Corto. Ágil. El segundo no tanto. Era sobre un tema que no le interesaba. El tercero le encantó y el cuarto la enamoró. Se encontró ahí, arriba de ese auto, manejado por ese completo extraño, que con un par de cuentos la había impactado de una manera totalmente inesperada. Sentía que tenía palpitaciones, mientras seguía devorando los cuentos como si fuesen maníes. Al llegar al último se quedó mirando ese punto final, que le indicaba el fin del cuen

Un Papel Arrugado

Hacía frío. Mucho. Caminaba apurado, como si eso lo hiciese entrar en calor. Estaba más que abrigado. Se había tirado encima todo lo que encontró en su armario. Repasaba mentalmente las cuentas que tenía que pagar ese día. Según sus cálculos, no llegaría a fin de mes en condiciones dignas. Los últimos días, debería comer arroz y fideos para estirar el sueldo. Al pasar por una tienda donde había una tele enorme, que estaba fuera de su alcance económico, titubeó y siguió de largo. De pronto, se paró en seco como pensando. Como haciendo alguna cuenta mental, o repasando una lista. Dio media vuelta y volvió a la tienda, donde estaba esa tele de dimensiones absurdas. Sacó un papel arrugado de su gastado jean y miró nuevamente la tele. La observó unos segundos y volvió al papel. Y luego a la tele. Así unas quince veces. La gente se lo llevaba por delante. Esa vereda no estaba pensada para que un tipo se ponga a ver tele. Las quejas y los insultos no tardaron en llegar. Estaba molestan

El Pájaro del Vecino

El gato se murió. Seguramente por comer esa planta de colores extravagantes que tanto le gustaba. Todo tiene un precio. Estaba hinchado, de un color raro. Estaba muerto, decididamente muerto. Hice un hoyo en el jardín, y lo enterré, como supongo se debe enterrar a las mascotas. A la vista de las miradas curiosas de los vecinos. No lo querían. Debían estar contentos. Se había cansado de comerse cuanto pajarito comprase el vecino. Era una experto, perdí la cuenta de cuantas veces vino Oscar a quejarse de que mi angelical gatito había asaltado una vez más la jaula con su nuevo pajarito. Yo creo que le gustaba ver como se las ingeniaba para matarlos, una y otra vez, porque sino no se entiende por qué no cambiaba de jaula y ya. Pero por lo menos una vez por semana, sonaba el timbre, y sabía que era Oscar. Las primeras veces me escandalicé y reté a mi gato fuertemente. Con el pasar de las semanas, ya lo esperaba con un mate, unas facturas y una pantomima que ya tenia aceitada. A la mañ