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Mostrando entradas de 2021

Entusiasmo juvenil

 Se sentaron a metros mío, como si quisieran que escuchara todo. O tal vez porque necesitaba escucharlo. Uno frente al otro. Los dos inclinados hacia adelante. Yo solo podía verla a ella. Joven, preciosa, vivaz. Trataba de disimular al verla. Ella lo miraba con amor. Amor es poco. Lo miraba con entusiasmo, como si hubiese encontrado el santo grial de la felicidad. Movía los ojos de un lado para el otro de una manera frenética, como si tuviese que recorrerlo todo antes de desaparecer para siempre. Y sonreía. Vaya que sonreía. Si su sonrisa emitiese luz, nunca sería de noche en este bar. Yo lo tenia de espalda, no me parecía gran cosa pero en ese momento él captaba toda su atención. Podía haber un terremoto que ella no le iba a sacar los ojos de encima. Uno se pone nostálgico con estas cosas. Son jóvenes, están enamorados. Perdidamente enamorados me atrevería a decir. Tal vez es arriesgarme demasiado pero me gusta pensar que la gente aún se enamora perdidamente. En una de esas tantas

Concentrate

 Un punto más. Solo necesito un bendito punto más y gano este partido. Podría sacar fuerte, esquinado y dejar boquiabierto a mi rival pero si tuviese el talento para hacer eso cuando se me antojase seguramente estaría jugando en otro nivel y no en estos torneos amateur. Tengo la costumbre de desconectarme del partido y ponerme a pensar en estupideces. Incluso en medio de un punto y sigo jugando como en piloto automático hasta que en algún momento concreto recuerdo que estoy jugando al tenis y me susurro: ¡con cen tra te! Piqué la pelota tres veces y traté de no comenzar una cábala absurda. Ya tengo demasiadas como para tener que sumar cuantas veces pico la pelota antes de sacar. Y no funcionan, sino todo el mundo tendría una y ¿qué pasa cuando se enfrenten dos cábalas? Decididamente no funcionan peeeeero por las dudas, si puedo, prefiero sacar con la pelota con la que acabo de hacer el punto, o si lo perdí, no usar esa pelota. No sé cuándo adopté esa. Es molesta porque tengo que espe

Cita sin spoilers

Otro reportaje inservible. Luego de años de trabajar en este diario, mi jefe me mandó a hacer una nota sobre las citas en línea, las aplicaciones de moda, comentarios de los usuarios, incluso parejas que se hubiesen casado luego de conocerse en una app de citas. Más de lo mismo. Hace tiempo que espero que me diera la posibilidad de investigar sobre corrupción, trata, lavado de dinero, asesinatos. Notas que muevan la aguja, no esta porquería intrascendente. Que sinceramente no le interesa a nadie y solo sirve para llenar dos páginas de un diario cuando escasean noticias reales y valiosas. Pero lo voy a hacer. Una vez más. A ver si logro dejar con la boca abierta al editor y me promueve. Así podría cumplir mi sueño de salir a cazar a los peces gordos de esta ciudad. Voy a salir de la entrevista a standart. Eso no conmueve a nadie. Me voy a involucrar, voy a hacer un estudio de campo serio y tal vez encuentre alguna miseria que haga que esta nota sin vuelo, llegue a algún lado. Hace qui

Tu cara te delata

 Ese tipo tiene cara de garca. Es duro pero real. No lo conozco pero la cara lo delata. No sé si son los ojos, el color de sus mejillas, las abultadas cejas o su pequeña nariz, pero hay algo en su cara, que me dice que es un garca. Capaz es el mejor tipo del planeta y tiene que sobrellevar esa cara todos los días. Sabiendo que parece un garca. Cuando dice algo sabe que la gente lo va a mirar con ese gesto distintivo que se le hacen a los garcas. Y así toda la vida. Yo, humildemente, en su lugar me haría una cirugía estética. Así, sin vueltas. Quirofano, pum y otra cara. Una más digna. Una que al menos no me delante tan fácilmente. Con esa cara es prácticamente imposible pedir plata prestada. Una absoluta pérdida de tiempo. Imagínate si ese garca viene y te dice: ¿me haces un favor? No no, tiene la vida marcada Ojo, ahora con el boom de los barbijos parece medio garca nomás. De todas maneras debe ser un tipo que relativamente cumple las normas. De ninguna manera podría ser un chorro. No

El impostor

 Llegó el día. Fue a su casa para agarrar la valija que había preparado con antelación y se dirigió al hotel. Tenía todo el fin de semana por delante. El mejor hotel de la ciudad estaba atestado de gente que venía a diversos congresos y convenciones. Él lo sabía, todos los meses era igual. Y él siempre iba a la misma habitación. La reservaba un tiempo antes porque sobre la hora no cabía ni un alfiler en ese majestuoso hotel de cinco estrellas. Se paró frente al espejo, abrió la valija y comenzó el proceso. Ya casi era un ritual. Fue mejorando su vestuario con el paso de los meses y creía haber encontrado un conjunto ideal en base a su contextura física. Zapatos, pantalon, camisa, traje y algún accesorio extra y aleatorio. El kit lo completaban collares, anillos, piercing, boina y lentes que alternaba según la ocasión Terminó de vestirse, se perfumó, peinó y se dirigió al bar donde empezaría todo. Pidió un trago y se puso a observar el ir y venir de personas apuradas. En eso vio un

Historia de una fachada

 Otra vez sopa. Ya debería estar acostumbrado a sus desplantes. Aunque esta vez parecía sincera, o eso quise creer. El tema es así: cada vez que estoy con alguien, ella hierve en celos. Y en cuanto me separo, se borra. Como que no me puede ver con alguien, pero a la vez, cuando estoy francamente disponible, encuentra alguna excusa burda e infantil para irse con otro. Es una dinámica que viene funcionando hace años. Mi última relación le puso los nervios de punta. Venía muy en serio la cosa y en algún punto creo que pensó que me había perdido para siempre. Ese "para siempre", retumba muy fuerte en la mente, y en forma constante, cuando se trata de temas sentimentales. Pero por diversos motivos, ajenos a ella, la relación no prosperó. Incluso sobre el final me hizo propuestas abiertamente indecentes, que no volvió a repetir post ruptura. En la actualidad sube fotos de su nueva conquista a diversas redes, sabiéndome soltero. Fue luego de ver una de ella sumergida en unos inm

El robo al conde

 Te voy a robar lo más valioso. Esas eran las palabras textuales de la carta que acababa de recibir el conde. Se explayaba sobre qué cosas consideraba de valor, como el coloso de diamantes que tenía escondido en el sótano, o el cáliz de oro que se hallaba en el salón de las reliquias. En ese cuarto había innumerables objetos de valor. Todo lo que el dinero podía comprar y algunas cosas incluso más valiosas. Era su orgullo y donde se pasaba gran parte del día. Admiraba cada pieza y aburría a quien tuviese a mano contándole como había conseguido cada reliquia. El conde era la persona más rica de la ciudad. Más rica, más poderosa e influyente. Podría ser rey si alguna vez se lo hubiese propuesto pero no le gustaban las guerras, la diplomacia y la idea de tener que alimentar a un pueblo entero. Tenía todo el dinero del mundo y su único hobby eran las reliquias. Mandaba a exploradores a conseguirlas en las partes más recónditas del mapa. Él jamás abandonaba la ciudad por temor a que le de

Cenando con mi ex

 Nos sentamos a cenar como lo hacíamos en nuestro momento. Es raro juntarte a comer con tu ex después de varios años. Con alguien con quien tuviste tanta intimidad y hoy sabemos poco y nada de la intimidad del otro. Solo charlas superfluas que no escandalizarían a nadie. Yo tuve otra historia después, ella no sé, jamás me revela ese apartado de su vida. Tal vez no fue una ex más, es de esas que te dejan secuelas, espero que no para siempre. Me hizo pasar, posiblemente, el peor año de mi vida y hablamos de esto como los grupos de amigos hablan de sus vacaciones juntos, como una historia pasada, entre risas y chistes. Ella no entendía porqué había salido con ella, que no era nada de lo que buscaba, yo le dije la verdad: me había enamorado. Nos vimos una vez, me sonrió y yo caí rendido. No me lo esperaba, no estaba preparado y me sonrió. No necesité nada más. Le conté que escribí varios cuentos sobre ella. Pocas veces había leído las cosas que yo escribía. No le gustaba o no lo entendía o

12

Hoy se cumplen 12 días, 12 horas, 12 minutos y 12 segundos desde que me pediste que no te hable, que no te escriba, que no te busque, que no nada. Soy un tipo obediente y lo respeté y más luego de ver la enorme convicción y entereza con la que me lo planteaste. Cuando terminamos hice todo lo posible por no decir nada hiriente ni cruel, el amor que te tengo es mucho mayor que la bronca y decepción que me generó la ruptura. Amor. Nunca te lo dije, creo que estaba esperando la situación adecuada o tal vez aún yo no lo sabía. No sé si ese dato hubiese cambiado algo, no estoy seguro cuál hubiese sido tu reacción. Probablemente postergué el tema por miedo a una carcajada mayúscula. Quizás te lo tendría que haber dicho, 12 veces, sin importarme cuál fuese tu respuesta. Para ser honesto, en estos últimos 12 días hemos hablado largo y tendido. En un lugar neutral. Ya que soy obediente no te puedo atosigar con mensajes, llamados ni nada de eso, pero hay un lugar donde sos mía: En la ducha. Mucha

Odisea en el exterior

Abrí los ojos y era relativamente tarde. No es que ya habíamos perdido la cita para hisoparnos pero me pareció muy extraño que mi hermano no me haya despertado. Salí de mi habitación chocándome con todo. Mis reflejos aún estaban dormidos. Estaba por llegar a su habitación cuando de pronto tuve algo así como una revelación; Estaba muerto. Lo pude sentir desde el otro lado de la puerta. Debió ser algún efecto secundario de la vacuna contra el Covid que nos dimos ayer. Yo pasé una noche pésima, con mucha fiebre, tiritando de frío por momentos y en otros transpirando como si estuviese en un sauna. Ahora tenia que decidir como le daba esta información a mi mamá, que su hijo había fallecido en un país extranjero. Si no se moría de un ataque cardíaco en ese mismo instante, iba a tomarse un avión para acá, costase lo que costase.  Yo estaba devastado, jamás pensé que este viaje iba a terminar de esta manera. Me tiré en el sillón de living a llorarlo y a pensar como comunicar la noticia. La res

Desestabilizando el sistema

 Entré al local y creo que los perdí. Me parece que lo saben y tal vez los perdí. Aunque no puedo estar muy seguro, tienen la extraña habilidad de aparecer en los lugares más insólitos. El problema es que los agentes del disgusto (ADD) son fácilmente identificables entre la multitud. Tienen un gesto particular que los delata. Te pueden poner cien personas delante y sin esfuerzo vas a poder identificar todos los ADD. Desde que empezó esta nueva modalidad de gobierno los entrenan en academias especializadas pero nunca pudieron ocultar ese gesto. Por eso viven en las penumbras tratando de no ser descubiertos. De todas maneras tienen miles de informantes, se comenta que pagan muy bien. Así que uno nunca está realmente a salvo de sus ojos. Cualquier amigo, hermano, vecino te puede vender a cambio de un mejora brutal en su calidad de vida. No sé cómo fue que se enteraron, pero lo deben saber. Alguien me delató y ahora es cuestión de tiempo para que me detengan y me manden al centro de inter

En pandemia también se gime

 Apagué la ducha y la escuché gemir. Al comienzo me preocupé, pensé que podía ser un grito, que se había caído o le había pasado algo. Luego de unos segundos, lo volví a escuchar. Definitivamente era un gemido. Me terminé de secar y salí del baño sin hacer el menor ruido. Abrí la puerta de la habitación de un golpe y ahí la vi. Totalmente expuesta, con una notebook entre sus piernas. Le pregunté si estaba viendo porno y si me podía sumar. Fueron dos preguntas, que con el diario del lunes, resultaban increíblemente inocentes. Ella debe haberse reído por dentro mientras, algo agitada, contestaba: No... no. Pasaron unos segundos entre esos dos no. Como si estuviera pensando qué decir o cómo salir de esa situación incómoda. Yo fingiendo normalidad me acerqué a su lado mientras simulaba secarme el pelo y el cuerpo y las axilas y brazos, y piernas y todo. Todo eso ya estaba seco hacía rato pero estaba ganando tiempo sin que ella hiciese un movimiento brusco. Aún seguía en la misma posición

Futuro prometedor

De grande voy a ser un sicario. No, un sicario no. El mejor, el más cotizado, el que nunca falla, al que acuden para misiones imposibles. Todavía soy chico, me falta mucho por aprender. En ese tiempo va a haber métodos tecnológicos modernos para ponerme en contacto con mis clientes pero a la vez que no queden rastros. La policía, la Interpol y todo el mundo me va a querer atrapar. Van a saber de mi únicamente porque voy a dejar una tarjeta de presentación o algo así, en la escena del crimen. Para que ningún otro cuatro de copas se lleve el crédito por mis hazañas. Todavía falta, hoy estoy acá, chapoteando mis piernas en una pileta mientras miro a una parejita, que charlan y se ríen y... epa, me miran y se ríen. ¿Qué significa eso? ¿Qué le dijo él a ella para que ella soltara esa carcajada mientras me miraba? Si fuese otra época, ese hubiese sido motivo suficiente para ser una víctima más. ¿Cómo te me vas a reír así? Reíte mientras aún sea inofensivo. Aprovechá. Voy a ser letal. Ya

Un viaje olvidable

Me acerqué lentamente al punto de destino con miedo. Esa zona no me gustaba para nada y menos que menos a esa hora. Las posibilidades de que me abordasen un par de malvivientes eran, como mínimo, para considerar. Así que bajé la velocidad y abrí todos mis ojos buscando algo lo suficientemente sospechoso, como para arrancar a toda velocidad y huir de la zona. Las personas me esperaban en silencio, evitando mirarse entre ellos. Como si no se conocieran, o, tal vez, como si vinieran de una experiencia traumática. Los analicé rápidamente antes de abrirles las puertas. Dos muchachos y una muchacha. En otras circunstancias, probablemente hubiese cancelado el viaje y emprendido la vuelta a mi casa. Vivo, que no es poco. Pero nada de la actitud del trío me hizo dudar, así que les abrí la puerta y se subieron. En total silencio. Tengo muchos años arriba del auto y muchos viajes. Puedo afirmar sin titubear que jamás de los jamases tuve un viaje con tres, no una, ni dos, sino tres personas en un