Historia de una fachada

 Otra vez sopa. Ya debería estar acostumbrado a sus desplantes. Aunque esta vez parecía sincera, o eso quise creer.

El tema es así: cada vez que estoy con alguien, ella hierve en celos. Y en cuanto me separo, se borra. Como que no me puede ver con alguien, pero a la vez, cuando estoy francamente disponible, encuentra alguna excusa burda e infantil para irse con otro.
Es una dinámica que viene funcionando hace años. Mi última relación le puso los nervios de punta. Venía muy en serio la cosa y en algún punto creo que pensó que me había perdido para siempre. Ese "para siempre", retumba muy fuerte en la mente, y en forma constante, cuando se trata de temas sentimentales. Pero por diversos motivos, ajenos a ella, la relación no prosperó. Incluso sobre el final me hizo propuestas abiertamente indecentes, que no volvió a repetir post ruptura.

En la actualidad sube fotos de su nueva conquista a diversas redes, sabiéndome soltero. Fue luego de ver una de ella sumergida en unos inmensos y tatuados brazos cuando se me ocurrió un plan. Falible, pero ¿quién sabe?.
Por lo visto necesitaba verme en pareja para que se prendiese en ella la llama del interés. Yo podría conseguir eso. Lo hice mil veces, una más, no es difícil. Pero no me parecía correcto empezar algo sólo por ella, así que tendría que ser algo... ficcional. Cual actuación. Si, está bien, una fachada. Tendría que conseguir una amiga, preciosa, que ella no conociera. Alguna amiga del pasado con la que siga teniendo trato. Al instante me vino a la mente: Gloria. Era perfecta. La conozco desde hace más de veinte años, se divorció hace dos. Es una belleza y seguramente ella la odiaría con todo su ser.
El problema es que Gloria no pierde el tiempo y hace un año que está de novia. Tampoco es un problema infranqueable, ya que sólo la necesito para algunas fotos inofensivas, que solo vería ella. Lo demás serían relatos míos. Podría forjar una historia de lo más cursi y apasionada. Con algunas fotos de nuestras manos entrelazadas o abrazados o caminando por la vida.
A Gloria le encantó la idea. Podia ver su felicidad cuando le dije que para que el plan funcionase necesitaba una mujer muy hermosa y, sin dudas, cumplía ese requisito con creces.
 
Es una mujer muy vanidosa. De las que se miran al espejo cincuenta veces por minuto, haciendo muecas, moviéndose el pelo de acá para allá y esas cosas. Así que el hecho de que la hubiese elegido, le generaba una felicidad absoluta.
Primero lancé la bomba en el grupo de amigos que comparto con ella: Estoy conociendo a alguien
Así, bien casual, como había hecho cientos de veces. Su respuesta no tardó en llegar: -Seguro que es una suripanta
No esperaba menos de su parte. Siempre menospreciaba a las chicas con las que salía. Siempre.
En el primer encuentro con Gloria pactamos los pasos a seguir. Me hizo jurar y perjurar mil veces que aunque sea una farsa, su novio jamás vería esas fotos.
De hecho, las fotos eran básicamente nada. Pero insinuaban todo. Nos sacamos unas diez o veinte fotos, sin besos ni nada realmente inapropiado. Solo juntos, riendo, caminando, abrazados, de la mano. Fotos felices para las redes sociales.
 
Las iría subiendo cada uno o dos días, como para que crea que nos veíamos todos los días.
A la semana, finalmente subí una foto de nuestros rostros, sonriendo. Eso no lo pudo tolerar. Yo no solía subir fotos de mis relaciones, a menos que para mí vaya muy en serio. El hecho de subir caras, le hizo sonar todas las alarmas. El peligro era latente de nuevo.
En el grupo que compartimos comenté que era una vieja amiga, que nos reencontramos luego de su divorcio y pasaron cosas.
Con el pasar de las semanas, decidimos jugar más fuerte y haciendo malabares con su agenda, la llevé a una reunión donde estaba ella. Nuevamente me hizo jurar y perjurar que no seria etiquetada en ningún lado. El morbo de ver a la víctima en vivo y en directo era un estímulo inmenso.

Gloria se vistió para la ocasión, dejando sin aliento a toda la reunión. Incluyéndome. Ella no le sacaba los ojos de encima. Podía ver fuego de furia en su mirada. La debía estar insultando en todos los idiomas habidos y por haber.
La reunión fue un éxito abrumador, podía ver como sentía un odio visceral ante la inocente y deslumbrante Gloria.
Un tiempo después dejó de subir fotos con sus parejas de turno. Y como su modus operandi indicaba, comenzó a mostrar algún interés en mi persona. Si había un manual, lo estaba respetando a rajatabla.
Me preguntaba al pasar cómo estaba y cuando le respondía que nunca había estado tan feliz, solo acotaba a regañadientes: -Ah, seguís con esa.
Gloria empezó a acudir a nuestras reuniones con mayor frecuencia. Todo el mundo la adoraba, salvo ella. En cierto momento vislumbré que esta farsa debería acabar pronto y yo sentiría una vergüenza inmensa por haberla extendido tantos meses. Pero el placer irracional que me generaba verla muerta de celos valía la pena.

No sé bien cuando ni porqué, pero en algún momento empezó a sospechar de que era todo mentira. Tal vez porque jamás vio un beso. Caricias había. Pero beso beso no. Y nos miraba con bronca, esperando el inevitable final para luego hacer lo que mejor hacía: desaparecer con otro, pero sabiendo que yo estaba disponible.
No era un gran plan y no funcionó como yo esperaba. Podía fallar. 

Pasaron años, cosas y ahí está, al pie del cañón, esperando nuestro anunciado tropiezo.
En las reuniones Gloria sigue deslumbrando a todos, incluyéndome. Ella nunca dejó de dudar, pero con el nacimiento de nuestro segundo hijo creo que yo empecé a sospechar que esta fachada no es tal y quizás la perdí para siempre.


DARIO BESADA
38 AÑOS
29/07/2021

Comentarios

  1. Excelente.
    Me encanto
    A Gloria me la puedo imaginar… no se por qué

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  2. Es un poco cruel la historia... Ojo esas cosas pasan

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