Sueños de cuarentena


La extraño. Sí, decididamente la extraño. Hace mas o menos 2 meses que estamos. Justo nos agarra esta cuarentena de porquería. Extraño el olor de sus brazos, de sus hombros, de su cuello. Extraño ver cómo finge que le molesta que la llene de besos. Extraño tenerla cerca. La cuarentena se puso porque hay un virus letal que está infectando a todo el mundo que es increíblemente contagioso. Sí,sí, como leen. Parece una película de Hollywood con todos los cliches del mundo pero acá estamos todos encerrados en nuestras casas. Yo tengo dos gatos con los cuales me llevo de maravillas, como tiene que ser, no estoy totalmente sólo. Ella también tiene dos gatos. Son lindos, es cierto, pero los míos son especiales. La cuarentena me está afectando principalmente con pesadillas. Antes no tenía y ahora tuve un par. La primera fue que yo estaba saliendo a una cita y mis viejos me querían echar de casa. Supongo que yo era un adolescente. Estaba buscando ropa para irme a una cita y mis viejos no sé porque me querían echar. No recuerdo si en el sueño estaba el porquè y yo tenía que lidiar con eso mientras elegía la ropa para ponerme para ir a ver a la piba. La segunda no es una pesadilla pero es el motivo por el cual estoy 
escribiendo esto. Porque tengo miedo de que esta cuarentena simplemente me destruya psicológicamente y quiero que quede registro de en qué momento se fue todo al carajo. El segundo sueño fue que yo estaba en el mostrador del bar de un amigo. Mi amigo no sé si era el dueño o trabajaba ahí, me parece que era esto último y en el mostrador había un potecito con caramelos. En eso yo agarro un caramelo y entonces siento que alguien me estaba lamiendo la mejilla. Me desperté con uno de mis gatos arriba mío. Era su forma diplomática de decirme que tenia hambre. No quieren saber cuál era su forma no diplomática. Yo por acto reflejo miré mi mano en donde en el sueño justo había agarrado un caramelo, pensando que loco que sería si yo tuviese un caramelo en esa mano justo en ese momento. Para mi estupor efectivamente tenía un caramelo en la mano. Si, no puede ser. Fue un sueño. Entonces me quedé mirando fijo ese caramelo pensando si efectivamente en mi casa había un caramelo de esos. Cosa que a la noche cuál sonámbulo me hubiese levantado y hubiese agarrado el caramelo y eso me hizo soñar. Pero no. Yo no tengo caramelos en mi casa. No compro caramelos. 
Tengo miedo a estar perdiendo la cabeza. Miré el caramelo con detenimiento, le saqué el envoltorio. Seguía pareciendo un caramelo. Lo agarré y lo mordí un poquito a ver si se acababa la ilusión y no. Estaba rico. Lo comí. Me comí lo que soñé. Me estoy volviendo loco. Lo hablé con mis amigos para ver si habían tenido alguna experiencia similar y me mandaron al psicólogo. 
Mientras tanto la cuarentena se parece más y más a un toque de queda. Las noticias en la tele son desalentadoras. Ya casi que no se puede salir a comprar nada porque te pueden meter preso o hasta matar de un par de tiros si el poli de turno lo considera necesario. Una aberración pero el número de infectados y de muertos no para de crecer. Los gobiernos no tienen idea de como corno pararlo. Este decidió que toda persona en la calle es un riesgo. No lo culpo, la gente sale a pasear como cualquier domingo y aduce que no sabía nada de la cuarentena. Cuando haya mas muertos por la policía que por el virus, tal vez tomen conciencia, por lo pronto yo tengo alimentos para un mes, después de eso veré. 
A la noche siguiente tuve otro de esos sueños bien vividos. Estaba en la playa tomando sol. Me puse a buscar el bronceador porque el sol estaba picando mucho y no lo encontraba. En eso levanto la cabeza y veo a lo lejos una especie de tsunami que se acerca hacia mi playa. Entré en pánico y me agarré fuerte de la arena, como si eso hiciese que la ola inmensa pasara de largo dejándome ahí, mojado y vivo. Me desperté de un sobresalto y con un puñado de arena en las manos. Arena. Vivo en flores. Para conseguir arena tendría que haber ido a una plaza a diez cuadras de mi casa. No podía ser. 
Estos sueños se repitieron toda la semana, con idénticos resultados. Siempre me despertaba con algo en mi mano. Fue entonces cuando empecé a aprovecharme de la situación. No lo podía cambiar, no sabía que significaba, solo podía sacarle provecho. La semana siguiente me desperté con tele nueva, compu nueva y muchas otras cosas. Como no podía elegir que soñar, tenía que adaptarme al escenario que me tocara. El día que cambió todo fue cuando me desperté con un pajarito en mi mano. Un ser vivo. Salió volando de inmediato por el patio. Hasta ese momento asumía que solo podían ser cosas, pero ese sueño lo cambió todo. Podía traer a la vida a algún prócer, a algún científico, no sé. Las posibilidades eran inmensas. Le di vueltas a la idea todo el día y sí, tengo que admitir que primero pensé en mi bienestar y en mis necesidades. Así que me dispuse a traerla a ella. Luego vería si haría algo maravilloso para la humanidad. Yo la extrañaba y había quedado del otro lado de la cuarentena. Como no podía elegir con qué soñar, intentaba dormir pensando en ella. Recién a la semana lo logré. Estaba ahí, en un vestidito que le quedaba pintado, me sonreía invitándome a todo. Corrí a su encuentro como si mi vida dependiese de eso. Tenía que abrazarla antes de que alguno de mis gatos decidiese que tenia hambre. 
Me desperté con alguien besándome la mejilla. Instintivamente miré mis manos, como las ultimas semanas y no había nada pero ella me seguía besando la mejilla. La miré atónito. La toque, la besé, la abracé. Había funcionado. Era ella. Le conté todo lo que había pasado. Ella tardó un buen rato en creerme pero no entendía como se había despertado en mi cama. Luego de pensarlo unos minutos exclamó: Sos un genio. 
En eso mis dos gatitos se acercaron a saludarla mientras yo me levantaba para preparar el mate. Ahora si que se había puesto linda la cuarentena. De pronto, escuché un grito desde la pieza. Un grito que me heló la sangre: ¡Sos un boludo, Alberto!
De genio a boludo en dos minutos. Me quedé pensando que pude haber hecho y ya estaba listo para improvisar una disculpa por lo que fuese, cosa de solucionar rápido el tema. A fin de cuentas teníamos una interminable cuarentena por delante y estábamos juntos en esto. 
Me asomé a la habitación con mate, galletitas, mermelada y de todo. Un desayuno de puta madre a ver si lograba atenuar su enojo. Ella me miró fijo y dijo: ¿y mis gatos?.


DARIO BESADA
37 AÑOS
03/04/2020



Comentarios

  1. Te mando un beso... de esos que te gustan... que te consumen, que te alimentan...aca desde el otro lado de la cuarentena. G! (Y sus dos gatos, claro)

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  2. Muy lindo el cuento. Muy reales las emociones que la cuarentena genera y esa ansiedad, basada en la incertidumbre con mezcla de soledad. Ojalá ella te lleve el desayuno a la cama y los 4 gatos puedan estar juntos. Te mando un beso virtual. (Soy Vane)

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