Cenando con mi ex

 Nos sentamos a cenar como lo hacíamos en nuestro momento. Es raro juntarte a comer con tu ex después de varios años. Con alguien con quien tuviste tanta intimidad y hoy sabemos poco y nada de la intimidad del otro. Solo charlas superfluas que no escandalizarían a nadie. Yo tuve otra historia después, ella no sé, jamás me revela ese apartado de su vida. Tal vez no fue una ex más, es de esas que te dejan secuelas, espero que no para siempre. Me hizo pasar, posiblemente, el peor año de mi vida y hablamos de esto como los grupos de amigos hablan de sus vacaciones juntos, como una historia pasada, entre risas y chistes. Ella no entendía porqué había salido con ella, que no era nada de lo que buscaba, yo le dije la verdad: me había enamorado. Nos vimos una vez, me sonrió y yo caí rendido. No me lo esperaba, no estaba preparado y me sonrió. No necesité nada más. Le conté que escribí varios cuentos sobre ella. Pocas veces había leído las cosas que yo escribía. No le gustaba o no lo entendía o ambas. Me recriminaba que todo lo que escribía sobre ella eran cosas horribles y yo le replicaba que me había hecho mucho daño y cuando estoy herido, escribo. Catarsis. Así que sí, en los cuentos le decía cosas espantosas para sacarlas de mi organismo, cual terapia. Le comenté que a mi última ex también le escribí cuentos pero con un tono totalmente diferente. No había ese odio, ese rencor, ese dolor insoportable.

Hace años que no la veía y seguía siendo preciosa. Esa sonrisa seguía haciendo estragos.
En un momento decidí mostrarle mi último cuento, el cual terminaba con una pregunta al aire, al viento, a todos, a nadie o a quien se quisiera hacer cargo.
Al terminar de leerlo lanzó un: wow... muy profundo.

No atiné a preguntarle si le había gustado porque sabia de memoria la respuesta. Rara vez entendía mis cuentos. Seguimos platicando y entre vasos de vino llenos y vacíos me comentó como su vida prosperó luego de dejarme. Los mejores años de su vida fueron justo después de nuestra tormentosa historia. Eso dolió. Poco, pero dolió. Como si yo tuviese la culpa de ese año. Sin darse cuenta me hizo acordar porqué me había dejado. Viéndolo a distancia, tenía razón. Yo estaba enamorado y ella ni cerca. Y cuando no estás involucrado sentimentalmente sos mucho más racional. Racionalmente no teníamos razón de ser.
La noche iba llegando a su fin, con promesas de otras cenas. Luego de despedirse me dijo:
-Ah, la respuesta es sí. Pienso en vos.

Yo me quedé viéndola, sin entender a qué venía esa declaración y de pronto me acordé del cuento y de la pregunta final.
Me miraba y sonreía. Un combo letal. Sabía de su poder y lo usaba en el momento justo, cuando no lo esperas, cuando ya estás en franca retirada. Otra vez, con la guardia baja. Me le acerqué, le tomé las manos, nos miramos unos segundos y le dije:

-Seguís sin entender lo que escribo. Ese cuento, no era para vos.

DARIO BESADA
EDAD: 38 AÑOS
02/07/2021

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