En pandemia también se gime

 Apagué la ducha y la escuché gemir. Al comienzo me preocupé, pensé que podía ser un grito, que se había caído o le había pasado algo. Luego de unos segundos, lo volví a escuchar. Definitivamente era un gemido. Me terminé de secar y salí del baño sin hacer el menor ruido. Abrí la puerta de la habitación de un golpe y ahí la vi. Totalmente expuesta, con una notebook entre sus piernas. Le pregunté si estaba viendo porno y si me podía sumar. Fueron dos preguntas, que con el diario del lunes, resultaban increíblemente inocentes. Ella debe haberse reído por dentro mientras, algo agitada, contestaba: No... no.

Pasaron unos segundos entre esos dos no. Como si estuviera pensando qué decir o cómo salir de esa situación incómoda. Yo fingiendo normalidad me acerqué a su lado mientras simulaba secarme el pelo y el cuerpo y las axilas y brazos, y piernas y todo. Todo eso ya estaba seco hacía rato pero estaba ganando tiempo sin que ella hiciese un movimiento brusco. Aún seguía en la misma posición y a primera vista lucía desconcertada (e increíblemente hermosa, digamos todo). Cuando llegué a su lado traté, con el mayor disimulo que pude, de pispear la pantalla de la note.

Si ella, en un momento de lucidez espontánea, la hubiese cerrado... bueno, esta pandemia no sería tan terrible. Pónganse en mi situación. Hace dos meses que no salgo de mi casa más que para hacer alguna compra y por como viene el tema, esto se va a prolongar quizás 6 meses más. Es a la única persona que veo durante las 24hs del día. La única con la que charlo sobre lo que sea. Mi compañera de vida, bah. La que yo había elegido y volvería a elegir. Vivimos en un dos ambientes bastante acogedor... acogedor pero pequeño. Estamos en contacto todo el tiempo, todos los días. Así que al menos de este lado, estuve tratando de no provocar peleas, más que nada porque no me puedo ir a tomar un café como solía hacer, ni tampoco ir a lo de mi vieja a pasar unas noches. No, no. Si discutíamos íbamos a hacerlo en caliente, diciendo cosas hirientes que seguramente dejarían alguna secuela. Todo el planeta sabe que hay que dejar que pase la calentura del momento y luego discutir. Pero esas horas que pasan entre el momento cumbre y el enfrentamiento real sirven para pensar. Para poner en la balanza cosas y sobre todo para no decir cosas que la otra persona jamás olvidará.
Pero en una pandemia como esta, no te podes ir. Si tenes que discutir, no hay escapatoria.
Cerró la note bruscamente y me miró buscando señales. "¿Viste más de lo que quería que vieses?"
Sé que son un montón de palabras, pero su mirada reflejaba eso. Seguía agitada y escrutándome el rostro. Como en pausa, esperando que yo dijese algo o tomando mi silencio como algo positivo y cambiar de tema radicalmente.
Le ahorré el bochorno y la besé. Ella me siguió el juego y a los pocos minutos estábamos enredados uno en el cuerpo del otro.
A la mañana siguiente me seguía mirando con intensidad. No tenía la certeza de cuanto había visto y volver al tema llevaría a preguntas y respuestas difíciles de procesar.
Nuestra relación no varió mucho después de ese altercado. Yo no quería preguntar y ella evidentemente tampoco. En otras circunstancias le hubiese preguntado que estaba haciendo, ella seguramente iba a improvisar una mentira, la cual yo tenía que decidir si se la aceptaba y chau tema, o no, y empezar una discusión con pronóstico reservado. Pero estamos en pandemia y a mí, por suerte (o desgracia) me agarró con la mujer que amo, la que había elegido y hubiese vuelto a elegir... de no ser por lo que ví en esa bendita pantalla.

DARIO
38 AÑOS
26/03/2021

Comentarios

Entradas populares de este blog

La apuesta

La parca

Sueños de cuarentena