Un viaje olvidable

Me acerqué lentamente al punto de destino con miedo. Esa zona no me gustaba para nada y menos que menos a esa hora. Las posibilidades de que me abordasen un par de malvivientes eran, como mínimo, para considerar. Así que bajé la velocidad y abrí todos mis ojos buscando algo lo suficientemente sospechoso, como para arrancar a toda velocidad y huir de la zona. Las personas me esperaban en silencio, evitando mirarse entre ellos. Como si no se conocieran, o, tal vez, como si vinieran de una experiencia traumática. Los analicé rápidamente antes de abrirles las puertas. Dos muchachos y una muchacha. En otras circunstancias, probablemente hubiese cancelado el viaje y emprendido la vuelta a mi casa. Vivo, que no es poco. Pero nada de la actitud del trío me hizo dudar, así que les abrí la puerta y se subieron. En total silencio. Tengo muchos años arriba del auto y muchos viajes. Puedo afirmar sin titubear que jamás de los jamases tuve un viaje con tres, no una, ni dos, sino tres personas en un silencio tan brutal. Generalmente hablan de pavadas. O son pavadas para mi, seamos claros. Pero hablan. De boliches, trabajo, vacaciones, series, música, no sé, los tópico son infinitos, pero ahí estaban los tres, en total silencio.

Para romper ese hechizo les pregunté, como suelo hacer con casi todos los pasajeros, ¿Cómo les iba? o ¿Qué tal el finde? o alguna de esas preguntas banales que sólo sirven para conocer el timbre de voz del otro. Recibí una respuesta seca de la chica. Una palabra: Bien. Realmente en otro momento hubiese sospechado de un robo, que me iban a meter en una villa o andá a saber donde, pero este no era el caso. El clima en el auto era, para mi, de un estrés absoluto. Los dos muchachos se habían sentado en las puntas y miraban la nada misma por la ventanilla. La chica se había sentado en el medio y decididamente no tocaba a ninguno de los otros dos. Cada tanto yo intentaba mirarla por el espejo, pero ella hábilmente desviaba la mirada. Es un cliché decir que el clima se cortaba con una tijera, pero el tipo que inventó ese dicho, debía haber vivido una situación similar.

 A unas veinte cuadras del destino original, la chica finalmente rompió el silencio y dijo que ella se bajaba ahí con uno de los muchachos y el otro seguía al destino pautado. Si me quedaba alguna duda del posible robo, ahí se esfumó. Si me iban a robar, eran los tres. No sólo el muchacho que dejaron abandonado arriba del auto. Cuando se bajó la parejita, el otro que había quedado en el auto soltó una exhalación y dijo: ¡Qué historia de amor, eh!

Yo lo miré perplejo. Hacía como veinte minutos que se había subido al auto, no había emitido un mísero sonido y ¿Ahora me sale hablando de amor?

Yo: ¿Cómo?

El: Qué historia de amor.... él es el novio, yo soy el amante. ¡Pero te aseguro que voy a pelear por ella, eh!

Yo: Ah... no entiendo.

El: Así, como te digo. Ellos son novios, yo la conozco hace diez días mas o menos. Hoy estábamos por allá, en la nuestra y cayó el novio a interrumpir.

Yo: Ah, se pudrió todo

El: Detuvo todo, si, pero hablamos lo más bien, con respeto y quedó ahi.

Yo: No entiendo que hacían los tres en este auto entonces

El: Ah, como vivimos para este lado, nos vinimos todos juntos

Yo: Me estás jodiendo

El: No

Yo: No te puedo creer que se hayan subido los tres al auto como si nada, luego de semejante situación. 

El: Y... es que veníamos los tres para acá. Pero esto no queda así. voy a pelear por ella.


Cuando se bajó del auto, todavía no caía de mi asombro. ¿En qué cabeza cabía que los tres se hayan subido al auto luego de lo que había pasado? Yo, en el lugar del amante, me hubiese ido caminando. Pero subirse al auto también es todo un mensaje: Flaco, no te vas a librar de mí así nomas. 

Yo temiendo un posible asalto y estos dos peleando por un amor. Cada uno vive en su propio universo. Tuve docenas de viajes después de ese, ninguno tan interesante. No pude dejar de pensar en ese triangulo amoroso en el resto de la jornada. Cuando finalmente llegué a casa, agarre el whisky que había abierto con ella, la última vez que me había visitado y mientras me servia un regio vaso agarré el celular y sólo le escribí:

Yo: Así que novio y amante.

Ella: Pero yo te quiero a vos. 


DARIO BESADA

38 AÑOS

04/01/2021





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