12

Hoy se cumplen 12 días, 12 horas, 12 minutos y 12 segundos desde que me pediste que no te hable, que no te escriba, que no te busque, que no nada. Soy un tipo obediente y lo respeté y más luego de ver la enorme convicción y entereza con la que me lo planteaste. Cuando terminamos hice todo lo posible por no decir nada hiriente ni cruel, el amor que te tengo es mucho mayor que la bronca y decepción que me generó la ruptura. Amor. Nunca te lo dije, creo que estaba esperando la situación adecuada o tal vez aún yo no lo sabía. No sé si ese dato hubiese cambiado algo, no estoy seguro cuál hubiese sido tu reacción. Probablemente postergué el tema por miedo a una carcajada mayúscula. Quizás te lo tendría que haber dicho, 12 veces, sin importarme cuál fuese tu respuesta.

Para ser honesto, en estos últimos 12 días hemos hablado largo y tendido. En un lugar neutral. Ya que soy obediente no te puedo atosigar con mensajes, llamados ni nada de eso, pero hay un lugar donde sos mía: En la ducha.
Mucha gente mientras se baña: canta, baila, piensa, repasa su día, no sé, mil cosas. Yo tengo charlas que jamás serán llevadas a cabo y desde que te conozco, esas charlas son con vos. Te pregunto algunas cosas, te respondo algunas otras. Las charlas son fluidas y se acaban cuando llega el agua fría. En esas conversaciones hablamos de todo, te he confesado cosas que no sabe nadie. Han sido charlas reveladoras y en estos últimos 12 días te he declarado mi amor. Es decir, que lo sabes, pero no, no lo sabes realmente.
Paso las noches escribiendo cartas y mensajes que jamás te enviaré, me cuesta asimilar de que todo realmente ha terminado para siempre. Hoy me desperté a cualquier hora, luego de otra noche desvelado y lo primero que hice fue, como toda persona de bien, revisar el celular.
Debo admitir que cuando veo que hay mensajes nuevos, me invade un poquito de esperanza que alguno sea tuyo, diciéndome todo lo que quiero leer, todo lo que muy cada tanto me decís en la ducha, pero soy realista... yo no te mando las cartas, vos no me mandas esos mensajes. Es una especie de pacto implícito. Mi miedo no es haberte perdido, ya que vos sabes si alguna vez fuiste mía, mi único gran temor es extrañarte... para siempre.

Revisé el celular y me quedé de piedra cuando vi una llamada perdida. Tuya. Una llamada perdida y era tuya. Mi primer instinto fue llamarte pero me detuve antes de marcar. ¿Y si no me querías llamar a mi? ¿Y si querías llamar a otro y se te disparó el llamado? Son cosas que pasan. ¿Y si querías llamar al otro? Ya puede que haya otro. ¿Y si había otro cuando nos separamos? Tal vez me iba a decir algo y se arrepintió. Yo marqué su número mil veces, solo para estar a un botón de escuchar su voz. Capaz me llamó por error.
Me quedé mirando la pantalla un rato. Puede que hayan sido horas. Pensando que hacer. Tal vez podría llamarla, con tono distendido y despreocupado como si no fuese la gran cosa, para ver si necesitaba algo y de paso decirle que se apurara porque estaba en una reunión o algo así, como para que crea que mi vida sigue su curso.
Esta llamada perdida lo cambia todo. Tenemos que hablar de esto urgentemente. Vos y yo. Hoy. En la ducha. 

DARIO BESADA
EDAD: 38 AÑOS
17/06/2021

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