La misión del día
Me miré en el espejo resignado. El verano estaba a la vuelta de la esquina y los rollos seguían ahí, desafiando mis inútiles esfuerzos por eliminarlos. No es que era realmente obeso pero al lado de esos muchachos que hacía 15 años no se comían una buena milanesa... parecía el muñeco de Michelin. El gimnasio no era lo mío. Intenté ir varias veces pero siempre terminaba hablando más de lo que entrenaba. Incluso comencé a ir en horarios donde iba la gente con la que había pegado más onda, porque si no había nadie tenía que entrenar y eso sí que me aburría. Evitaba los espejos dentro del gym porque era un vil recuerdo de lo que tendría que estar haciendo en lugar de pavear. Estaba convencido de que yo no tenía madera para ese lugar. Hay gente que parece que fue diseñada para estar ahí, que suben fotos entrenando, que se la pasan hablando de máquinas, rutinas, suplementos. A mi ese chip no me vino. Ya la palabra gimnasio me hace bostezar, no sé si es algo químico o qué. Igual iba, t...