El Héroe Silencioso

Había salvado el día. Una vez más. Como hacía ya 30 días. Un incendio diario, y no es que fuera bombero, que trabajara de eso para ganarse el pan. No, no. Era un tipo común, con una insólita puntería para salir a pasear. Antes no le pasaba. No se explicaba qué había cambiado.

Su rutina era casi la misma. Antes se dirigía directamente al bar, ahora... Iba luego del incendio del día. Se tomaba su vaso con licor, a modo de festejo. Festejo o resignación. Poco importaba el verdadero motivo. Solo importaba el vaso, con ese licor que le hacía olvidar, por unos instantes, que al día siguiente tendría otro incendio.

El primero lo tomó por sorpresa. Una casa en llamas. ¿Qué hacer? ¿Entrar evadiendo el fuego, y rescatar a las personas que lloraban y gritaban dentro? o ¿Hacerse el boludo? Total... no era su trabajo, solo era un tipo paseando. ¿Por qué habría de poner en riesgo su vida para salvar la de extraños?

Lo pensó unos segundos, y entró. La casa se estaba viniendo abajo. Rescató a un niño, a la madre y al padre, antes de que se derrumbase todo. Sufrió algunas quemaduras sin importancia, y se fue con la satisfacción de, a su parecer, haber salvado el día.

Con el correr del tiempo, el tema ya le empezaba a preocupar. Uno, dos, tres incendios bueh!. pero quince seguidos tenía que ser una broma. No era lo único que le preocupaba. La gente a la que salvaba, le agradecía de la manera mas peligrosa: Cuando aparecía un periodista, lo hacían lucir como un héroe silencioso. El héroe que no quiere recompensa. El héroe que lo hace por vocación, no por fama.

No tardarían mucho tiempo, tanto los periodistas, como la policía, en comenzar a sospechar de ese tipo que siempre se aparecía en un incendio y salvaba a un par de personas. Era sospechoso, hasta para si mismo. Tuvo que tomar recaudos, luego de que varios testigos empezaran a hacer un identikit del bombero anónimo.

Compró un pasamontañas, para evitar que lo reconociesen. No tenía manera de explicarle a la policía de que iba caminando alegremente por la vida, y de repente se topaba con un incendio. Así, 30 veces. Inverosímil. Lo iban a acusar de piromaniaco arrepentido, o un buscador de fama, que incendia todo, y luego salva a las victimas.

Podría toparse con un incendio y no hacer nada al respecto, pero estaba convencido de que la gente moriría si él no hiciese su parte. La culpa es un motor poderoso. Tampoco podía dejar de salir a pasear, porque el incendio se produciría igual, y la gente moriría si él no la rescataba. Su conciencia y su oportunismo para encontrar incendios lo tenían acorralado.

Había salvado el día, una vez más. 31 días. Entró al bar de siempre, y se encontró con su incendio. Ese que él no podía apagar. Miró el vaso con licor, como mirarías a un viejo amor, que te da placer, pero también podría matarte. Mientras lo tomaba una y otra vez, pensaba que algún día, un héroe silencioso lo salvaría de su incendio antes de que se derrumbase todo. FIN


DARIO BESADA
17/04/2018
35 AÑOS

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