De Racha
Abrí la puerta de casa y seguía sin luz. Tres días. Tres días sin
tele, internet, netflix, heladera.... heladera. La abrí en busca de cosas
que se podían echar a perder, y la encontré vacía. Lo bueno de ser pobre y
vivir solo. No hay problema con que me corten la luz una semana. Esa heladera
estaba vacía y siempre lo estuvo.
No hay mucho para hacer cuando
no tenes luz: o lees... o lees... o dormís.
Venía agotado, era un día en el
que había hecho de todo. O eso sentía. No había distracciones posibles, me
arrojé a la cama así como estaba. Vestido, no podía más.
No sé si llegué a dormirme,
cuando escuché un ruido en el patio. Lo que me faltaba. Tres días sin
luz, ni agua y encima me vienen a robar. Escuché un salto con un mal
aterrizaje y una queja por lo bajo.
Ya me imaginaba el chorro
demandándome porque se esguinsó el tobillo, al saltar la medianera. Cuando
estás de racha...
Lo oía cojear, intentando
llegar a la ventana. Yo me refugiaba en la cama. Con la colcha hasta la nuca.
Capaz no me veía. Ojo, ¡no se veía nada! El tipo no se percató que estaba
robando en flores, y en Flores tenes un 50/50 de que no tengan luz. Tendría que
haber ido a robar a Recoleta, Belgrano, Núñez, el botín podía ser cuantioso... en mi
heladera no había ni frio.
Abrió la ventana del living, y
escuché otra queja por lo bajo. Ya se había dado cuenta de que no había luz.
Por lo visto no era un tipo avezado, profesional, que llevase sus herramientas
(como una linterna) para sortear los obstáculos que un robo le podría plantear.
Se había lastimado el tobillo y
no había luz. Seguramente no era su mejor noche, pero eso no lo detuvo y entró
a tropezarse con todo tipo de muebles. Ya debía suponer que si había alguien en
la casa, estaría despierto.
Yo seguía en mi escondite. La
oscuridad era total. Solo escuchaba ruidos provenientes del living, seguidos de
improperios.
Pensé en esconderme en un
armario y cuando el chorro lo abriese, darle flor de susto.
O me podía quedar tapado hasta
la nuca esperando que se robe lo que no había para robar y me dejase la
oscuridad para mí solo, de nuevo.
Entró en la habitación. Por
suerte no se había tropezado con las velas en alguna mesa. No me veía. Yo lo
sentía acercarse dubitativamente. El living lo había maltratado.
¿Y si lo atacaba? Me le
abalanzaba y ¿quién sabe? Capaz lo derrotaba. No tenía linterna, pero capaz tenía
un cuchillo o una pistola. Era una pésima idea.
No tenía nada que proteger.
Podría robarse las sabanas, así que salí discretamente de la cama y me paré en
un rincón.
El tipo seguía sin verme. Me
dio algo de pena. Pensé en saludarlo y proponerle que se retire y viniese otro
día, para realizar el robo en condiciones dignas. Lo podría acompañar al
palier, nos podríamos quejar mutuamente de Edesur.
Teníamos algo en común. La
falta de luz nos estaba complicando la vida. Eso es más tema de conversación
que lo que podes tener con un vecino x en el ascensor.
Se acercó a la cama y tropezó.
De nuevo. Se reincorporó rápidamente, como diciendo: ¡aquí no pasó nada!
Lo miraba desde el rincón, era
un robo lamentable. Si sus amigos ladrones se enterasen de todo lo que le había
pasado, se le reirían durante meses.
DARIO BESADA
02/05/2018
35 AÑOS
Jajaja. Muy bueno!!!!! Como si lo viera!!
ResponderEliminarBuenísimo relato tragicómico.
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