Críticas

Pasó al siguiente cuento. El anterior no le había gustado. Esto de calificar en forma anónima le sentaba bien. Podía expresar lo que pensaba sin sentir remordimientos reales. Él sólo marcaba cuantas estrellas consideraba que iban y ya. Entre una y cinco. El mínimo que ponía eran tres. Si alguno no daba la talla, no lo calificaba, después de todo alguien lo había escrito y un dos quizás dañase severamente el promedio.

Se había pasado todo el día leyendo cuentos. Estaba fascinado con algunos y horrorizado con otros. Publicó uno de los suyos en uno de los concursos disponibles y esperó. Creía que era un gran cuento, y esperaba que en los próximos minutos alguien lo leyese y dejase algún comentario con felicitaciones. Era todo lo que quería. Que la gente lo lea, le guste y lo felicite. El resultado del concurso con los ganadores se definiría en varios meses, pero no le importaba, quería las felicitaciones.

Pasaron unos minutos y llegó el primer comentario. Negativo. Muy negativo. Lo releyó varias veces, y se quedó de piedra al comprobar que efectivamente un X total le estaba criticando su obra maestra. En los otros cuentos, en general sólo había felicitaciones a menos que el cuento tuviese groseros errores ortográficos, pero éste no era el caso. Este malnacido le críticaba abiertamente el cuento. Su temor era que los próximos lectores, fuesen a leer el comentario antes del cuento, como él había hecho en reiteradas ocasiones.

El segundo comentario negativo lo llenó de dudas. Tal vez el cuento no era tan bueno. Para que dos personas diferentes se tomen el trabajo de criticarlo, era porque había algo muy malo en él. En general, lo lees, si te gusta le pones las calificaciones y lo comentas, pero si no te gusta, no te tomas el trabajo de dejar un comentario, sobre todo porque el autor en algún momento va a leer un cuento tuyo, y nadie quiere un lector resentido.

Volvió a leer su obra, todavía estaba a tiempo de retirarlo del concurso y evitarse el papelón de su vida. Ya se imaginaba veinte, treinta mensajes, destruyendo el cuento, que para él era exquisito. Terminó de leerlo y seguía firme con su postura. Era de un gran nivel. Pensó en la alternativa de que los dos idiotas que lo habían criticado fuesen eso: idiotas.

La tercera crítica fue aún mucho más feroz que las primeras dos. Se quedó mirando la pantalla unos minutos, mientras pensaba qué hacer. En esos minutos, hubo cinco comentarios más. Cuatro negativos y uno positivo. El positivo no tenía la fuerza ni la profundad de callar al resto. Después de todo, quizás no eran todos idiotas en esa página. Alguien con cerebro y buen gusto había. Al terminar de pensar esa frase, borró la publicación y eliminó su cuenta. Su cuento era soberbio, sólo era cuestión de encontrarle un público a su altura.

DARIO BESADA
03/07/2018
35 AÑOS

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