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Mostrando entradas de junio, 2025

La cena está servida

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Colgó el hacha y su esposa le preguntó cuántos jabalíes había cazado. Él rezongó y, sin decir ni media palabra, entró a la habitación y se tiró a dormir, así como estaba, con toda la ropa de caza puesta. La mujer agarró el hacha y salió al bosque, otra vez. Hacía varias semanas que su marido no cazaba ni un gusano. Antes traía alimentos para una legión, pero desde la noche trágica —donde un par de jirafas se aliaron con dos zorrinos y lo habían perseguido y humillado— había perdido el instinto, o la suerte, o el coraje... o vaya uno a saber qué le pasaba por la cabeza, ya que apenas hablaba. A las pocas horas, ella apareció cargando un oso. Lo trozó como una experta en la materia y al ratito llamó al marido para cenar. Él se despertó con el aroma de la comida. Salió del dormitorio y, al ver la mesa preparada y el hacha llena de sangre colgada en su lugar, dijo un par de palabras inentendibles y se fue de la cabaña. Pasaron las horas y, al ver que él no volvía, ella salió en su búsqueda...

El mundial

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 Leí el cartel y grité de la emoción: Campeonato nacional de avioncitos de papel. No era un torneo más. Estaban buscando el mejor a nivel mundial. El que ganaba, pasaba a las eliminatorias sudamericanas y luego al mundial donde finalmente podría enfrentar a los más capos en la materia. En mi grupo de amigos era por mucho, el mejor. Hacia años que no perdia una competencia de aviones de papel. Incluso me pasé varias tardes dando clases de construcción de avioncitos a niños adinerados. No era para presumir, pero era una eminencia. Hay gente que tiene talentos más útiles, yo era bueno en solo una cosa y resultaba que a un patrocinador se le ocurrió hacer un mundial!. El premio me decepcionó un poco. Esperaba que al ganador les correspondan varios millones de dólares, pero el patrocinador venía del palo de las golosinas. El gran premio era una dotación vitalicia de chocolates, en todas su formas. Yo era alérgico, desde ya. Alérgico a casi todo bah, pero en especial al chocolate en rama...

El caso Le Mans

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La función comenzaba a las 20:00 en punto, y la fama de la orquesta era clara: puntuales hasta la obsesión. Tanto para tocar como para el público. El que llegaba tarde, simplemente se perdía el espectáculo. Lo que nadie había previsto era el viejo ascensor del teatro municipal. No es que no funcionara. Funcionaba, sí. Pero sólo cuando se le antojaba. Era de lo más caprichoso. Lo revisaban cada mes, y siempre salía airoso. Certificados en regla. Mantenimiento ejemplar. Pero cuando alguien estaba realmente apurado, el bendito ascensor decidía no moverse. Era como si pudiera oler el apuro. Eso fue lo que le sucedió a la Orquesta de Le Mans en su primera función en el pueblo. Todos los músicos —cuarenta en total, con sus instrumentos al hombro y trajes impecables— quedaron atrapados dentro del ascensor. Apilados como sardinas, algunos ya con visibles problemas para respirar. Los gritos no tardaron en llegar. El conserje del teatro, un hombre curtido por años de rarezas edilicias, les había...

Ella sabe

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 Salimos del jardín y me tiró su mochila para sacarse de encima una abrigada e incómoda campera. Antes de cruzar la calle tomó mi mano, porque sabe que aunque le digamos que está inmensa, y que por esa calle hace décadas que no pasa un auto, tiene que agarrarle mano a un adulto para cruzar la calle. Cuando subimos a la vereda, soltó mi mano como si estuviera envenenada. En eso le dije a mi vieja: Má, teneme esto. M ientras le pasaba la mochila de Lucy. La agarró en forma automática, como tantas otras veces. En eso veo a Lu y nos miramos. Ella sabe lo que se viene. Tiene un sexto sentido para cazar los juegos improvisados al vuelo. La veo elongar, ella sabe. Sabe que a la cuenta de tres, sin mediar otras palabras va a tener que salir corriendo a máxima velocidad, para derrotar a su tío. La meta? mi auto. Toda palabra era una despilfarro, lo intuyó en cuanto me deshice de la mochila y me saqué el cel del bolsillo (Ya se me cayó alguna vez en una carrera con final incierto). No sabe d...