Volvé
Pero ¿ Cuántas veces
te dije que adoro tu presencia ? Por más que lo niegue, me cuesta pensarte
lejos de mi. Me resistí, pero extraño tu cuerpo, tu mirada traviesa, tus labios
hirientes. Te necesito. Tenes que volver, Sé que no sos lo mejor para mi, pero
si no estas, no soy nada, no me puedo considerar vivo, solo respiro , sin
embargo no siento. Volvé, ya no es una súplica, es una réplica, un ruego.
¿ Qué hacer sabiendo
que no me queres, que no te interesa en lo más mínimo mi persona ? Sólo se me
ocurre una cosa. Cierro los ojos y te veo. Los abro y la sonrisa se me
desdibuja. No estoy solo, mi soledad me hace compañía. Me tortura día a día.
Este sufrimiento parece no tener fin. Yo conozco una salida, quizás no sea la
más saludable, pero es la única que me permitirá seguir en este mundo. Volvé, y
te voy a tratar como no te mereces. Serás una reina en tierra de plebeyos.
Nadie me lastimó como
vos. Lo hiciste cuando estabas conmigo y, en mayor medida, cuando de mi no
querías saber nada.
¿ Porqué me engañaste
? ¿ Tan poco te importaba ? ¿ Tan poco sentís ? Bah... ¿ Sentís ? Estos 9 meses
se han hecho eternos. Me cuesta respirar si no veo esos ojos traicioneros. ¿
Qué tengo que hacer para que me necesites ? Suena patético, pero es un fiel
reflejo de mi estado actual.
No creo que pueda
olvidarte, ni mucho menos superarte. Serás una cruz que cargaré por el resto de
mis días. ¿ Vale la pena ? Probablemente no. Pero el corazón no entiende de
razones, de lógica, ni de probabilidades. Él se entregó a tu persona, sus defensas
fueron exterminadas, presentó bandera blanca y se rindió. Como en toda guerra,
alguien sale herido. Yo creo que perdí unas 300 o 400 guerras.
En este momento, mi
corazón se niega a volver a su funcionamiento predolor, alude que una vez que
te conoció, perdió soberanía, ya no controla sus acciones, es solo un esclavo
de tus caprichos.
Hoy te vi, casi corro
a tu encuentro, algo me detuvo. Como si una fuerza mayor e inexplicable se
encargara de detenerme. Intenté moverme, unas lágrimas recorrían mis mejillas,
sabía que quizás fuese mi última oportunidad. Mi corazón latía a ritmos jamás
imaginados. De pronto, el cielo se nubló, un frío intolerable me hacía pensar
que de esa situación no podía salir algo bueno. Sucedió lo previsible:
tormenta, rayos, relámpagos. Ahora solo un océano nos separaba y, aunque tengo
escasos conocimientos sobre natación , me arrojé a la corriente. La cuestión
era: alcanzarte o ahogarme en el intento.
La calle se hallaba
desierta, seguramente el ciudadano promedio ya había llegado a su casa, con su
esposa esperándolo con la comida servida, quizás sea sopa, bien caliente.
Mientras, yo seguía
luchando contra la corriente. Vi como te alejaste, un grito mudo salió de mi
cuerpo, ya no tenía fuerzas para seguir luchando.
El tiempo pasó, ya no
soy el mismo de antes, espero verte pronto por estos pagos...
Autor: Dario Besada
Fecha. 26/08/2003
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