La Liga (Parte 5)

Un guardia se acerca a Mayer y le comenta:

G: -Señor... Alguien tomó El Plasmo

M: -Era hora. ¿Con cuántos hombres contamos?

G: -20 especialmente entrenados, y un centenar de novatos

M: -Genial. Que hagan lo que tengan que hacer. Quiero al delicuente en esta habitación dentro de las próximas 48hs, sin excusas.

Mayer había estado esperando este momento durante mucho tiempo. No quería liquidar al ladrón, ni torturarlo a menos que no le deje alternativa, ni hacerle pasar un mal momento. Estaba buscando a alguien con coraje y talento para realizar un gran golpe. El Fantasma había demostrado coraje (ya que no había que ser extraordinario para poder robar El Plasmo), con eso bastaba. Después vería si era la persona indicada. Luego se encargaría de analizar que haría con el ladrón, primero tenía que ver si le servía.

El Fantasma, algo aturdido por la pálida imagen que había dejado en La Liga, decidió relajarse, y volver a las cosas sencillas. Ya había dado un buen golpe, La Liga sintió su impacto, Mayer seguramente también lo sentiría.

Mayer, eso lo preocupaba. Si el excéntrico millonario, decidía ir tras él, con todas sus influencias y amistades, tarde o temprano lo encontrarían. Quizás hasta pondría una recompensa cuantiosa por El Plasmo, y eso sería el caos. ¿Qué tanto confiaba en los integrantes de La Liga? Si Mayer ofrecia recompensa por su cabeza tal vez algún ladrón codicioso lo delataría. 

Y... ¿ Cómo escapar luego? Comenzó a pensar que quizás había cometido una estupidez monumental. Basicamente había puesto su vida en manos de La Liga. Y aunque fuera una organización seria y con cierta trayectoria, la realidad es que sólo la conocía hace unas pocas semanas, y no estaba convencido de que fuera incorruptible.

Los titulares de los diarios se hicieron eco del hurto del Plasmo. El Fantasma empezó a ver sombras, movimientos rápidos de figuras oscuras. Ya no confiaba en nadie. Todo le pareciía sospechoso.

El ejército de Mayer no tardó en toparse con un soplón, que prefirío delatar al Fantasma antes que perder su mano derecha.

En menos de 36 horas, El Fantasma se encontraba en la misma habitación que Mayer, sedado, atado, amordazado y esperando lo peor.

(CONTINUARA)

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