Último recurso

 Me vino. Esa era la frase que tiraba abajo toda ilusión de formar una familia entre Carla y Manuel. Todos los meses era igual. Lo intentaban, eh. Cuando ella estaba ovulando no hacían otra cosa, mes tras mes. Ya había dejado de ser algo romántico, y se convirtió en rutina, algo tedioso, que lo hacían por obligación, algo rapidito para sacárselo de encima. Y ella no quedaba.

Carla: Che, gordo, ¿Por qué no nos hacemos los análisis?

Manuel: ¿Análisis de qué?

C: Vos sabes cuales. Los de fertilidad. Así nos sacamos las dudas de una vez. Hace más de 1 año que estamos intentando y nada.

M: Ya te dije que no. No me gusta. Además andá a saber que hacen con la esperma después. Capaz la venden.

C: En el mercado negro de esperma, si. ¿Sabes donde queda? Quiero uno rubio, alto, onda alemán. ¿Se puede pedir profesión también? Quiero un astronauta

M: Rubio, alto, alemán. ¿Estas describiendo a tu ex? Salvo lo de astronauta... A menos que la ferretería la tenga como hobby. Bueno, no quiero saber nada. Tema terminado.

C: ¿Y si te dejas de joder y adoptamos?

M: Menos que menos. Quiero un hijo nuestro, no uno comprado en un catalogo. Tus genes y los míos. Ya vas a quedar, capaz el mes que viene.

C: Hace un año que estamos probando y probando. Incluso esto le sacó la gracia al asunto. ¿Te acordas como éramos antes? Como conejos! Ahora el polvo casi que está cronometrado. Tal día, tal hora. 

Con bastante frecuencia, organizaban reuniones, cenas y agasajos en su enorme casa, posiblemente para tapar el silencio por la ausencia de niños que podrían estar correteando por las diversas habitaciones. Invitaban principalmente a los amigos de Manuel, casualmente todos casados y con varios hijos. Incluso Pedro, que contaba con cuatro de ellos. Carla nunca entendió como fue que su marido llegó a ser amigo de una persona tan aberrante. Era infiel a la legua, machista, misógino. despreciable era poco. Cada vez que podía le susurraba alguna guarangada al oído. Le producía repulsión tenerlo cerca. Y sin embargo semejante ser, tenía cuatro hijos. Fértil el desgraciado. Carla lo miraba con asco y, muy a su pesar, algo de envidia. La mujer hacía la vista gorda a las innumerables infidelidades porque estaba contenta con su status, y se rumoreaba que también hacía de las suyas. Tal para cual y cuatro hijos. Que injusto todo. 

Cierto día Carla no aguantó más y fue por su cuenta a la clínica de fertilidad y comprobó lo que sospechaba: Ella estaba bien. El problema era su marido. Por algo él no quería hacerse los estudios. Capaz como ella, se los hizo por su cuenta y ya sabía que tenía un problema. Tenían un matrimonio de ensueño pero la cruz por la falta de hijos era cada vez más y más pesada. Pasaron los meses, siguieron probando con los mismos resultados. Mientras tanto ella sabiendo que su marido era prácticamente estéril, empezó a analizar alternativas. En una de esas tantas reuniones se volvió a fijar en Pedro. ¿Qué pasaría, si con total carpa, una vez accedería a sus insinuaciones y tendrían relaciones? ¿Ella quedaría embarazada? Cuatro hijos aseguraba fertilidad. La idea le revolvió el estómago. Prefería acostarse con cualquier tipo de este mundo, antes que con ese ser repulsivo. Pero.... un hijo es un hijo. Y su marido nunca lo sabría. Tal vez era la única manera de salvar un matrimonio idílico condenado al fracaso. El último recurso.

No supo bien cómo, pero Pedro empezó a ser más insistente con sus proposiciones, como si oliera la oportunidad, como si fuese un tiburón y ella una mancha de sangre en el océano. Cierto día, cuando ella fue al baño, él la siguió:

Pedro: ¿Y si hacemos un cambiazo? Una noche, no pasa nada. A mi mujer la convenzo

Carla: ¿Qué qué? ¿Porqué pensas que yo accedería a eso?

Pedro: Porque veo como me miras

Carla: ¿Y como te veo?

Pedro: Con ganas de que te haga ver las estrellas

Carla: Ah bueno... Uno que tiene la autoestima alta. Sos desagradable.

Pedro: Desagradable pero acá estás, no te fuiste. Algo hay.

Carla: Mmmmmm

Pedro: ¿Viste? Vamos al baño y te doy los mejores cinco minutos de tu vida

Carla: No me explico como alguna mujer en sus cabales puede sentirse atraída por semejante Neanderthal. No lo entiendo. 

Pedro: Algunas tienen buen gusto y otras..... bueno, acá estás.

Carla: Me voy arrepentir de esta estupidez, pero tengo un trato para ofrecerte

Pedro: ¿El trato incluye yo sacándote la ropa?

Carla: Si

Carlos: Acepto. ¿Cuánto queres?

Carla: ¿Qué? No quiero tu plata

Carlos: ¿Y que queres entonces? No entiendo

Carla: Mañana. Después te paso la dirección y la hora. No faltes. 

Se encontraron en un bar, algo alejado de todo el mundo. Carla pasó a comentarle que su marido posiblemente sea estéril y que hacía más de un año que estaban en la búsqueda. Le dijo también que la adopción no era una alternativa, y que su matrimonio no resistiría mucho tiempo más la ausencia de hijos. Así que pensó en recurrir a alguien fértil para que la embarace una vez y que Manuel nunca se enterara. Pedro se frotó las manos y accedió feliz de la vida. Hacía muchos años que fantaseaba con la esposa de su amigo, y ahora iba poder sacarse las ganas acumuladas y encima gratis. Salieron del bar y fueron a un hotel cercano para sellar el trato que consistía en tener sexo sólo cuando ella le dijera que estaba ovulando. No estaba permitido mandar mensajes, ni llamadas, ni nada. Solo ella podía activar el protocolo. El se quedaría a la espera. Y si finalmente quedaba embarazada, él no se haría cargo de nada y el trato finalizaba.

Después del hotel, ella volvió a su casa y se bañó de nuevo. Ya se había bañado en el hotel, pero se sentía más sucia que nunca. Como si el agua y el jabón fueran completamente ineficaces para limpiar su conciencia. Tuvo arcadas y recordar lo que hizo en ese hotel le daba pesadillas por las noches. Confiaba con que no lo tuviera que repetir. Pero la suerte no estaba de su lado. Los meses pasaban y ella no quedaba embarazada. Los encuentros con Pedro se repitieron por meses, y ella estaba cada día más asqueada por la decisión que había tomado sin que nadie la obligara. Pensaba que tal vez fuera la única manera de salvar su matrimonio. Hacerlo con un extraño, traía el riesgo de que ese extraño después quisiera hacerse cargo del hijo o destape la infidelidad. Pedro, en cambio, era repulsivo, si, pero jamás de los jamases reconocería un quinto hijo. 

Con el correr de los meses y muy muy a su pesar, a Carla cada vez le parecía menos detestable Pedro.  Las horas de hotel hasta le resultaban tolerables. Culpa del buen sexo, desde ya. Pedro era una amante dedicado, detallista, generoso y muy fogoso. El quiebre se produjo con el primer orgasmo. Sentía toneladas de culpa. Ya no podía seguir negando lo evidente: Lo estaba disfrutando.

Varios meses después, mientras Carla se estaba bañando por tercera vez en el día luego de un paso fugaz por el hotel de siempre, Manuel, por error o intuición, clavó la vista en el celular de ella, donde figuraba una llamada perdida de Pedro.

Manuel: Amor... Si no te conociera, hasta podría pensar que me estas cagando con Pedro

Carla: Emmm no no

M: Pero... ¿Porqué te pones tan nerviosa? ¿Hay algo que no sé?

Carla: Ehhh, si.

M: ¿Me estas cagando con Pedro?

C: No es lo que parece. Dejame que te explique

M: ¿Con Pedro encima? Hace años que hablas pestes de él. No hay nada que explicar. ¿Te vas vos o me voy yo? No lo puedo creer

C: Dejame que te explique por favor, después si queres me voy y no me ves mas la cara

M: ¿Pero tan infeliz eras conmigo? Estoy en shock, no lo puedo digerir. ¿Tan mal estábamos como para meterte con ese hijo de puta?

C: No, nada de eso. Hice un trato con él.

M: ¿Un qué?

C: Un trato. Vos sabes que hace años que me hace propuestas. Todo el tiempo.

M: Si, hasta nos reíamos de él, pero...

C: Hace casi 2 años que estamos tratando de tener un hijo, gordo. Y no pasa. Tampoco queres adoptar. Nuestra relación viene en picada mes a mes por ese elefante en la habitación. Y tuve miedo de perderte

M: No entiendo ¿Qué tiene que ver Pedro con todo eso?

C: Hijos. El hijo de puta tiene 4. Me hice los estudios, estoy bien. Así que el problema debe ser tuyo y creo que si no tenemos hijos, en algún momento esta bomba va a estallar

M: Pará un segundo. A ver si entiendo algo de esta estupidez. ¿Te estas bajando a Pedro, MI amigo, fértil por lo visto, para quedar embarazada? ¿Y si quedabas, no me ibas a decir que era de él?

C: En resumen...  Si

M: ¿Y él sabe de tus intenciones? 

C: Obvio que lo sabe. Le dije todo. Está feliz de la vida de garchar sin compromisos ni responsabilidades.

M: Se me revuelve el estómago imaginarte en la cama con él. ¿Hace cuanto de esto?

C: 6 meses. Tengo pesadillas casi todas las noches, y me siento sucia todo el tiempo. Encima el desgraciado en las reuniones me manda mensajitos, me hace caritas, me susurra cosas. No sé en que estaba pensando cuando le ofrecí este trato. Estaba desesperada, no sé. Ojalá que al menos valga la pena.

M: Pero.... que hijo de puta! ¿Hace 6 meses que están garchando?

C: Si. y todavía no quedé

M: Ni vas a quedar. Esto se terminó acá, eh!.

C: Pará, no me pasa nada con Pedro. Es solo buen sexo... digo, es solo sexo. Era para tener un hijo, nada más. NUESTRO hijo, no había otra manera!

M: Buen sexo... No no no, lo nuestro lo vemos después, vamos a tener que hablar un montón eh!. Lo que digo que se terminó acá es lo tuyo con Pedro

C: Dejame un mes más, gordo. Así al menos sirvió para algo. Sino estuve teniendo sexo con ese monstruo porque si

M: Es que es un hijo de puta. Después del cuarto hijo se cortó los cables. Se hizo la vasectomía hace 3 años.

C: ¿Qué Qué?


DARIO BESADA

42 AÑOS

17/09/2024










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