Los gallos violetas

En un pantano en el medio de África había gallos violetas. Si, un pantano en el medio de África. Raro. Pero ese era su hábitat. No estaban en ningún otra parte del mundo. Y eso que los buscaron, eh. Pero solo los encontraban ahí. Había millares, y digo había, porque ya quedan pocos, muy pocos. Ni vos, ni yo sabemos cuantos. Ojalá que sean al menos dos, pero andá a saber. Tenían muchas peculiaridades, además de ser gallos violetas, eran solo machos y se reproducían los machos. Un coito entre gallos era vuelta y vuelta, y tal vez los dos quedaban preñados. Por eso había tantos. Bah, no solo por eso.

El principal motivo de la superpoblación de gallos violetas en ese pantano era que eran muy sexuales. Muy. Básicamente vivían para enfiestarse. Dos, tres, cinco, quince, no les importaba nada. Era su misión en el mundo.  Se han visto filas de hasta 50 gallos garchando. Una cosa de locos. Pero esa era su perdición también. Los cazadores los mataban como moscas, en pleno acto. Pum pum pum y mataban a 5 gallos que estaban en una orgía monumental.

Todo empezó cuando un idiota (no hay otra palabra para describirlo), sugirió que una pluma violeta de gallo lujurioso, podían ayudar a curar la gripe de un campesino. El idiota dijo que lo soñó. Y que por ese motivo debía ser cierto. No tardaron nada en atribuirle más y más poderes. Claro, imaginate. Si una pluma cura la gripe, un gallo entero hasta puede curar un cáncer.

Una tarde en el pantano se encontraron los últimos 3 gallos violetas de su especie. Se miraron con pasión y deseo. Les hervía la sangre. Todo indicaba que la fiesta estaba por comenzar. Tal vez la última. Pero todos hemos de morir, estos bichos podían elegir como.

En eso, apareció un grupo de cazadores. Ellos no sabían que eran los últimos tres. Sabían que eran gallos violetas y que los venderían por mucha plata, ya que últimamente no les estaba resultando fácil encontrarlos. No se dieron cuenta. Y creo que si alguien se los hacia saber, no les hubiera importado. Querían plata, aunque tengan que extinguir a una especie.

Los gallos lograron acallar el libido que usualmente los nublaba y huyeron. Los tres, como una gran familia promiscua. Los cazadores dispararon. Una, dos, tres veces. A la nada misma, pero dispararon y luego fueron a revisar a ver si habían matado a alguno. No había gallos violetas. Solo sangre violeta, varias manchas. Ah, los gallos violetas tenían sangre violeta. Otro misterio. Nunca pudieron analizar a ningún gallo. Porque había tantos que pensaron que tenían tiempo, hasta que apareció el idiota. Y el tiempo se esfumó.

Luego de ese altercado, hubo cientos o miles de rumores sobre gallos violetas, pero nunca se volvió a ver a ninguno. Esas heridas los mataron? Habrán encontrado otro pantano donde perpetuar su especie? Yo no lo sé. Solo te puedo decir que soñé que una pata de ardilla purpura, esas que están en ese bosque en Australia, puede revelar el nuevo escondite de los gallos violetas. Ah, los sueños no fallan. FIN


AUTOR: DARIO BESADA
FECHA: 24/08/2017

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