Rancho Nefasto
El tipo
tenía un poder. Uno lo veía en la calle, y parecía uno más; nada que llame la
atención, ni nada que haga sospechar que este tipo, tenía un poder. De todas
formas él lo padecía. No era algo que conllevara felicidad a su vida, sino todo
lo contrario.
Esa sensación de omnipotencia por momentos lo
embriagaba, pero la mayor parte del día lo atormentaba.
Era un tipo muy querido por la gente que lo
rodeaba, aunque apenas lo conocían. Se lo podría definir como alguien
solitario. Disfrutaba la soledad, y la necesitaba. Nadie podía conocer su
secreto. Porque era un secreto. Si la gente supiese... Con seguridad sería
excluido, y analizado por toda la comunidad científica. No. Nadie, por ningún
motivo debería enterarse del secreto de Mike.
Tenía la certeza que lo verían como un fenómeno
y lo apedrearían hasta el cansancio. Básicamente vivía atemorizado, con un
poder que él no pidió.
Cada 6 meses se mudaba para no levantar
sospechas, ya había recorrido el país en un par de años.
¿Profesión? No necesitaba trabajar para vivir, y
he aquí uno de los problemas: La gente comenzaba a murmurar cosas luego de 6
meses sin que el nuevo vecino no trabaje en nada.
Mike tenía la capacidad de duplicar todo lo que
tocara: un pan, dos panes. Una mesa, dos mesas, y así. Podría ser absurdamente
millonario, pero optaba por la discreción. Solía hacer una sola compra de
alimentos en esos 6 meses. No necesitaba más. Cuando se mudaba regalaba la
propiedad a algún vagabundo y partía a tierras desconocidas.
Todo iba de maravillas, hasta que llegó a Rancho
Nefasto. Una pequeña e insignificante localidad en el medio de la nada, de no
más de 300 habitantes. Un escondite ideal, suponía él. Nada más lejano a la
realidad.
Rancho Nefasto se caracterizaba por tener
aldeanos curiosos, vividores, y chantas. Mala gente, bah. Luego de 2 meses de
observar a Mike; un borracho local, y su cantinero, decidieron hacerle una
visita. Algo así como el comité de bienvenida del pueblo
-Buenas tardes, venimos a molestarlo por un
temita puntal – Dijo el borracho
-No son molestias, pero díganme – Dijo Mike
-Bueno, usted sabe que Nefasto es una localidad
pequeña, todos se conocen… – dijo el cantinero al pasar
-Y nosotros vinimos a presentarnos – Interrumpió
el borracho
-No, claro que no vinimos para eso – Dijo
enfurecido, el cantinero
-¿Me perdí de algo? – Preguntó Mike,
desconcertado.
-Sabemos su secreto – Acusó el borracho
De repente, Mike empalideció. Se quedó callado
unos instantes, intentando descifrar si era una broma típica del rancho, o si
realmente estaba en problemas
-Sí, lo sabemos. Pero pierda cuidado. No
queremos arruinarle el negocio. Queremos una generosa tajada – Añadió el
borracho frotándose las manos
-¿Negocio? ¿Tajada¿ ¿De qué están hablando? –
preguntó, mareado Mike.
-Vamos hombre… - dijo el borracho
-Mejor dejémosle que lo piense- finalmente dijo
el cantinero, mientras se retiraba.
Mike se quedó mirándolos, mientras éstos se
marchaban.
El borracho y el cantinero (el dúo Nefasto),
daban por hecho que Mike se dedicaba a la venta de drogas (no sabían cual, y
poco importaba), era la explicación a la que habían llegado luego de intensas
discusiones.
El tipo no trabaja, apenas salía de su casa. Su
conducta era sospechosa y el dúo Nefasto lo había descubierto, no querían que
se fuera, sino que querían plata. Nada mejor para la economía de Nefasto que un
vendedor de droga.
-No lo negó – Dijo el borracho con satisfacción
-Claro que no lo negó, uno no niega lo que es –
El Cantinero
-¿Vas a cerrar la taberna, ahora que el dinero
nos va a tapar? – El borracho
-No, tenemos que mantener las apariencias. Yo
seguiré atendiendo el bar y tú… Tú sigue bebiendo. – El Cantinero
-De acuerdo. Por lo visto no tengo alternativa –
El borracho
Mike pronto olvidó esta charla, consideró que
era una broma, se lo debían decir a todos los aldeanos nuevos. Un par de días
después el pueblo entero comentaba la buena nueva: Había un dealer.
Esto era un gran acontecimiento para un pueblo
en el medio de la nada, un dealer los pondría en el mapa.
El Sheriff, no tardó en enterarse, pero no actuó
de inmediato, Tan chanta como el resto, decidió esperar al momento oportuno
para visitar al forajido
Mientras tanto, Mike recibía a diario dos o tres
cartas con pedidos, a su entender, irracionales:
“Necesito un poco para una reunión en casa”
¿Tiene stock?” “¿Puedo pasar a buscar algo esta noche?”
Fue entonces cuando decidió hablar con el dúo
Nefasto
-Así que finalmente decidiste negociar –El
cantinero
-¿Qué es lo que ustedes creen que yo oculto? –
Mike
-Drogas. En tu jardín debe haber una plantación
entera – Sentenció el borracho
Mike dudó. Un narcotraficante o un fenómeno.
Había dos caminos
-Ya veo, no se les escapa nada. – Reconoció Mike
y acotó: - ¿Quién mas lo sabe?
-mmm unas 300 personas – Calculó el cantinero
- Eso es todo el pueblo- Dijo Mike horrorizado
-Por lo visto la droga no te impide contar –
Dijo en tono burlón el borracho
-¿El Sheriff tambien? - Mike
-¿El Sheriff?
Por supuesto. El más que nadie quiere saber la
calidad de tu… mercancía – El cantinero
-Ah, me olvidaba. Para esta noche vamos a
requerir una muestra. – El borracho
-Lo siento, pero eso no será posible. El
cargamento me llega la semana entrante – Mintió Mike
En una semana, Mike necesitaba droga, la que
sea, un poco, lo mínimo. El pueblo se lo exigía y quizás había encontrado la
manera de radicarse finalmente en un lugar. El precio era inundar con droga el
pueblo. Pero, después de todo, no era un pueblo modelo, ni sería recordado por
alguna de las hazañas de sus aldeanos. El pueblo estaba infectado, él solo
haría su parte.
Luego de recorrer todos los pueblos aledaños y
de visitar los más oscuros y peligrosos callejones, Mike consiguió lo que
buscaba. Ahora solo hacía falta multiplicarlo. No necesitaba de un ritual, ni
ceremonia. Lo que tocaba, se duplicaba. De todas maneras no quería que su casa
se convirtiera en un depósito de estupefacientes. Con lo mínimo alcanzaba.
Volviendo al rancho se topó con el Sheriff.
-Por lo que escuche, usted no va a ser alguien
que pase inadvertido por acá – El Sheriff
-La gente dice demasiadas tonterías – Se
defendió Mike
-Realmente espero que su principal cualidad
sea la discreción – El Sheriff
-¿Y la secundaria? – Mike
-No sea impaciente. Lo sabrá cuando llegue el
momento oportuno – Se despidió El Sheriff
Mike
sabía que si el sheriff estaba involucrado estaría a salvo, al menos por un
tiempo. Pero el caos no se hizo esperar. Al regresar a su rancho, una multitud
adicta clamaba una dosis para acallar su espíritu enfermo.
Habían registrado su casa en busca del placer
prohibido, y al constatar que la casa estaba limpia, la destrozaron.
El dúo Nefasto intentó contener a la turba, pero
les fue imposible
-Esto se nos fue de las manos – Se lamentó el
borracho
-Sí, y creo que nuestra fortuna por venir se
acaba de evaporar – Afirmó el cantinero
-Si todo el pueblo lo sabe, no hay posibilidades
de que saquemos algún rédito – dijo el borracho
-Es tu culpa. Eres un borracho delator. Solo te
faltó salir a la calle con un megáfono y gritarlo a los 4 vientos. – Se quejó
el cantinero.
-Claro, porque tú te encargaste de que yo no
abriese la boca, ¿No? Tendrías que haberme encerrado en el sótano del bar. Con
un par de tequilas bastaba. – Dijo entristecido el borracho
Se quedaron lamentando su mala fortuna, en busca
de algún culpable que no los abarcara.
Dos semanas pasaron para que el pueblo sienta el
impacto del dealer. Todo aldeano tenía una dosis en su poder, no para consumir
exclusivamente, sino por el hecho de tener y poder ofrecer a las visitas. Una
cuestión de status.
Los atendidos por sobredosis, en la clínica
local, se habían disparado. El pueblo corría peligro de extinguirse. Fue
entonces cuando el sheriff decidió actuar. Era su oportunidad para saltar a la
fama como “El Sheriff que atrapó al narco mas peligroso de la región”, ya se
imaginaba los titulares de los diarios a nivel nacional, entrevistas pagas, y
hasta quizás una película en su honor.
Había estado vigilando a Mike, y no comprendía
como conseguía la droga. En el jardín no había nada, no le llegaban cargamentos
por la noche, incluso no entregaba la droga en mano, así que tampoco entendía cómo
demonios cobraba. En un par de ocasiones vio fajos de dinero que los aldeanos
le dejaban en la puerta de la casa, pero él jamás tocaba ese dinero, se lo
llevaba el viento o algún necesitado.
-Voy a atrapar a Mike, está destruyendo el
Rancho y necesito que ustedes dos me lo entreguen en bandeja – El sheriff
-No somos delatores – Se defendió con orgullo el
borracho
-Oigan, solo necesito que averigüen como y donde
esconde la droga, si tiene un sótano, desván, o algo. Hace un tiempo que se las
arregla para proveer a toda la ciudad, y nadie reconoce recibir la droga, ni
pagar por ella.
-¿Y qué recibimos a cambio por semejante
colaboración? – Preguntó el cantinero
-Algo que les encanta
- ¿De cuánto estamos hablando? – Preguntó
intrigado, el cantinero
-¿Qué tal de su libertad? ¿Les parece un buen
número?
-El indicado. – Respondieron a coro
El tema se le había ido de las manos a Mike. La
gente era adicta. Su casa había sido revisada en más de una ocasión. Tenía que
encontrar alguna solución y pronto.
El dúo
nefasto intimidado por el sheriff decidió entrar a la casa de Mike y revisarla
de arriba abajo, en busca del almacén. Debía haber una compuerta o un pasadizo
secreto que los lleve a la plantación. No había otra explicación. Y una vez
ahí, podrían robar una gran cantidad, antes de avisarle al sheriff. Es por eso
que llevaron muchas bolsas. El botín prometía ser suculento. Quizás hasta
lograrían encontrar el contacto de la persona que le proveía de la mercancía,
para convertirse ellos, con mucha más astucia por supuesto, en los nuevos
dealers del pueblo. La idea los embriagó
C : Vamos a tener que organizarnos, lo que le
pasó a este muchacho nos tiene que servir de escarmiento
B: -Le paso por ser extranjero. Por no estar
metido en el tema, como nosotros lo vamos a estar. Por ser un novato. Y por
toparse con dos futuros expertos.
C: - Si si, lo que digas, pero tenemos que ser
mucho más discretos, vamos a manejar toneladas de droga, y más dinero del que
podrías gastar en bebidas
B: -Eso es lo que tú crees. Ya tengo todo
planeado. Tu cantina la usaremos de fachada, el sótano será nuestra base de
operaciones. No entiendo como no se nos ocurrió antes.
C: El problema es la discreción. Bah, tu
problema es la discreción, vas a salir a la calle ofreciéndole una probadita al
primer pueblerino que pase, y eso sería el caos. En cuanto el Sheriff nos
pille, todo se acabó.
B: Basta de subestimarme. Te voy a probar que
tan errado estás conmigo. Voy a estar…. 1 día, entero, 24hs, ¡sin beber nada!
C: Vamos, tu sabes que no puedes hacer eso. Sería
más creíble si prometieras que vas a volar 1 día entero, eso es remotamente más
probable.
B: Ya verás!!! Solo tenemos que encontrar el
contacto de Mike, y el pueblo será nuestro!
Mike había regresado a la casa a mitad de la
charla, y los había visto discutir airadamente en living de su propia casa. No
terminaba de entender que buscaban estos dos, así que los confrontó.
M: ¿Qué hacen ustedes dos? ¿Acá? ¿En mi casa?
Perdón. ¿Dentro de mi casa?
El dúo se miró, desconcertado.
C: Te dije que deberías hacer silencio, pero no,
tú no paras de gritar, y gritar, hasta Mike te oyó de la otra punta del pueblo
B: La culpa siempre es mía, ¿verdad?
M: -Basta de parlotear, o llamo a la policía
El dúo se miró de manera cómplice
C: Oh, si, hemos invadido tu morada, deberías
llamar al Sheriff
B: Eso, no pierdas tiempo, llama al Sheriff. ¿Te
molestaría que lo espere tomando una cervecita? Si me indicas por donde está la
heladera no te molestaré mucho más
C: No era que no ibas a tomar más por 24hs, por
un día entero?
B: Si viene el Sheriff iremos a prisión por
mucho tiempo. No pienso caer preso sobrio, no señor.
M: -¿Qué demonios les pasa a ustedes dos?
C: -Tu negocio se acabó, solo dinos donde
escondes la mercancía, y el contacto que te la provee, y te dejaremos ir antes
de que el Sheriff te ponga las manos encima
M: Así que el Sheriff está atrás de esto…
B: Mmmm, no, no, nosotros vinimos a destronarte
y entregarte al Sheriff
M: Casualmente vengo de lo del Sheriff, y
llegamos a un acuerdo en lo económico. No sólo que no me va a molestar más,
sino que me va a proteger, de los vándalos que intenten asaltarme. Revisen todo
lo que quieran, acá no encontrarán nada. El depósito esta a salvo de
ladronzuelos de poca de monta
El dúo nefasto se fue refunfuñando y confundido.
El Sheriff los había traicionado, según Mike. Pero su atención se centraba en
otro punto. El depósito no estaba en la casa ¿Dónde sino?
Decidieron recorrer el pueblo, buscando posibles
locaciones, para albergar semejante depósito de mercancía. Luego de varias
horas llegaron a la conclusión, de que si o si, tenia que ser subterráneo. Así
que sin perder tiempo, buscaron una pala y comenzaron a cavar en diversos puntos
estratégicos del pueblo, convencidos de que estando bajo tierra, en algún
momento, en algún lugar, lo encontrarían.
No pasaron muchos días antes de que El Sheriff
se topara casualmente con el dúo nefasto. En lugar de buscar la droga en la
casa de Mike, estaban haciendo pozos y pozos en todo el pueblo. El Sheriff
comprendió que la única manera de atrapar a Mike era haciéndolo él mismo, sin
intermediarios ineptos. Así fue como lo empezó a vigilar, durante días enteros,
anotaba todo lo que hacía, con quien hablaba, adonde iba, y aun no podía
descubrir como abastecía a toda la ciudad. Sería un héroe a nivel nacional si
lograba arrestar a tan peligroso mafioso. Seguramente estaba escapando de una
ciudad, de un crimen monstruoso, seguramente la policía de esa ciudad ofrecería
una gran recompensa por su cabeza, vivo o muerto…. O muerto. Capaz era más
sencillo matarlo, un tiro, en la frente, e ir en busca de la recompensa,
Inventar una historia de un tiroteo, con matices heroicos, una pelea, y un
disparo final, quizás hasta le darían la medalla de honor, además de la
cuantiosa recompensa. Si, era claro que venía huyendo de algún lado. ¿Y si
algún caza recompensas se le adelanta? Quedaría como un tonto y con las manos
vacías si otro lo mata y lo entrega a las autoridades nacionales, no, eso sí
que no podía pasar.
Luego de
extensas semanas cavando, el dúo nefasto hizo un hallazgo impensado. Un cofre,
con incontables monedas de oro. Todo el rancho los rodeó, aclamó, (y porqué
no?) les pidió una parte aduciendo que el cofre era del rancho, y debía
distribuirse la riqueza entre todas personas que lo habiten.
Se pudieron ver corridas, persecuciones, y
golpes sin destino. Solo le faltaba esto a Rancho Nefasto, estar construido
sobre cofres llenos de oro. No faltaron los entusiastas que dieron por hecho de
que si había un cofre lleno de oro, debía haber algunos mas. Un autoproclamado
historiador experto comentó que los piratas jamás de los jamases enterraban
cofres aisladamente, así que toda la ciudad debía tener oro en los cimientos.
Cada uno a su manera, cada uno en su casa, en su
patio, cocina, living, baño, comenzaron a cavar. Algunos usaban palas, los más
pudientes habían traído máquinas especializadas sin darle importancia al costo,
ya que la ganancia sería infinitamente mayor
B: ¿Qué dices? ¿Usamos estas monedas para
comprar una docena de máquinas que nos ayude en nuestra tarea de encontrar los
cofres que faltan?
C: ¿Qué te hace pensar que hay mas cofres?
B: Vamos hombre! Oíste al personaje ese de la
historia
C: Historiador...
B: Si, bueno, como se llame. Debemos estar
caminando sobre toneladas de oro, hace años y años!!
C: No le creo nada a ese doctorcito, debe tener
algún acuerdo con esas empresas que alquilan maquinas, para sacarle hasta el
último centavo a todo aquel idiota que decida creerle
B: Este siempre fue nuestro problema. Tienes la
oportunidad de ser inmensamente rico y no puedes verlo!!!
C: Allá tu, ya veré que hago con mi parte de las
monedas
En la otra punta del rancho, Mike aún no había
decidido que hacer, tenia al Sheriff pisándole los talones, y al dúo buscándole
droga hasta en los bolsillos. Capaz había llegado el momento de confesar . De
hacer público su poder. Seguramente no le creerían hasta que realice alguna
prueba concreta.
¿Y luego de eso qué? En una ciudad normal, lo
mandarían a que lo analicen los científicos. Pero no acá, no en este Rancho.
Capaz hasta tenia la suerte de que la codicia de los 300 pueblerinos lo obligue
a hacerlos millonarios, a los 300, pero eso si que sería un problema después de
todo. Los 300 chantas recorriendo el país, con autos de lujo, jactándose de que
eran millonarios, y no tardarían en hablar, en presumir de su status, 300
chantas es una cosa, pero todos los chantas del país es otra.
El Sheriff, seguía vigilándolo, había tomado la
decisión de matarlo, un tiro certero, y luego ir en busca de la cuantiosa
recompensa. Sus problemas económicos estaban a punto de ser un vago recuerdo.
Fue cuando le llegó el rumor de los cofres. Oyó todo la historia y fue en busca
del dúo. Sólo encontró al borracho, que estaba en tratativas de adquirir una
docena de maquinas excavadoras.
S: ¿Cómo es eso de que la ciudad está construida
sobre toneladas de oro?
B: Así parece, fuimos ricos desde que nacimos ,
solo que no lo sabiamos, pero eso se acaba ahora mismo
S: ¿Cómo encontraron ese cofre?
B: Estábamos buscando la droga de Mike,
que seguramente debe estar enterrada en alguna parte de este pueblo, y en el
fragor de esa intensa búsqueda nos topamos con este. El primero de todos los
cofres. Yo calculo que debe haber al menos... mmmm, por el tamaño del rancho,
unos 150 cofres en total. es decir, 1 cofre cada 2 personas, la mitad del
pueblo será rico.
Esas palabras estremecieron al Sheriff, la mitad
del pueblo será rico, la otra mitad será pobre. Eso sería el caos. Tiene que
haber 300 cofres o ninguno. O el pueblo explotará. No quería ni pensar que
harían esos 150 pueblerinos pobres cuando vean que la otra mitad es rica. Si él
mismo, representante de la ley, había decidido terminar con la vida de un pobre
hombre (que seguramente pertenecía a alguna mafia a nivel nacional) para cobrar
una recompensa. Si él, el Sheriff, iba a hacer eso.... dios, ¿ Qué sería capaz
de hacer un granjero que apenas tenía para alimentar a su familia?
Mike no tardó en enterarse de la buena nueva, el
pueblo será rico. Creía que ese era motivo suficiente para que lo dejaran en
paz. Esta manga de vividores, solo quieren dinero y ahora lo tendrán. Cofres
llenos de oro, esa era la respuesta a sus plegarias
Esa paz inquietante no duró demasiado. Los
cofres no aparecían. los 300 rancheros habían gastado sus escasos ahorros en
buscar los cofres, incluso casi que habían destruido sus casas. Y nada había
aparecido. Esto era el comienzo de algo. Pero nada bueno comienza así.
Luego de
un mes, el pueblo era un caos. Ningún otro cofre había aparecido, y
todos tenían los ojos puestos sobre el único cofre hallado.
El borracho había invertido gran parte de su fortuna en maquinas
inservibles, pero el Cantinero aún tenia sus monedas.
Mike tenía una idea. El y solo él podía arreglar
esto. Pero tenía que poder llegar al cofre, tenerlo en su poder unos segundos.
De mas esta decir que el Cantinero estaba
refugiado, nadie conocía su paradero. Todo hombre, mujer, niño,
anciano del pueblo lo estaba buscando. A nadie le importaba la ley, el primero
que se encuentre a un cantinero protegiendo a un cofre, lo mataría sin
demasiados remordimientos. Hasta el mismísimo borracho, ex socio del
cantinero, había comprado un buen rifle con las monedas que le
quedaban.
El Sheriff estaba desolado, la vida de un hombre
se estaba por extinguir y él no podía hacer demasiado. Podía arrestar a un par
de pueblerinos para intimidar a algunos cobardes. Pero el resto, sin dudas que
matarían al Cantinero ni bien lo encuentren.
En un acto de desesperación, el Cantinero casi
acorralado, acudió a Mike.
C: - Por el amor de dios, debes decirme donde
escondes la droga. Es el único lugar donde el cofre estará a salvo
M: No hay drogas
C: Ya basta de este jueguito! ¿Quieres oro? Te
obsequio la mitad de mis monedas
M: Déjame ver el cofre
C: Eso no va a pasar
Un estruendo se escuchó enfrente de la casa de
Mike. El pueblo entero estaba afuera. Era cuestión de minutos que derriben la
puerta y, presumiblemente, maten a todo humano que se encuentre adentro, no sin
antes torturarlos hasta que confiesen donde esta el cofre y la droga. No era el
mejor momento para ser el único Dealer del pueblo.
M: Tienes que confiar en mi... te proveeré de
toda la droga que quieras, serás multimillonario. El pueblo gastará todas esas
monedas en droga.
C: Puede ser, pero si entregamos el cofre,
seguro que algún codicioso va a querer mas y mas. Y solo hace falta que uno
dispare, para que el resto lo siga.
El Cantinero le entregó el cofre y se escondió
en el sótano. No era el momento para pecar de valiente.
Mike se había hecho con el cofre, ahora tenía
que calmar la turba, duplicar un par de veces ese cofre, y enterrarlos todos
para que lentamente el pueblo nade en monedas de oro. Pero... ¿ Cómo lograr que
se vayan? ¿Cómo hacerles entender que necesitaba 1 minuto para hacerlos ricos,
inmensamente ricos, a todos? al cantinero, al sheriff, al borracho, al idiota
del historiador que los incentivó, a todos. ¿ Cómo reaccionarían estos chantas
si al entrar se encuentran con cientos de cofres con monedas de oro ? Tal vez
se maten entre ellos mismos. Seguramente alguna bala alcanzaría Mike, por no
decir un centenar de balas, tal vez una por cofre. No, no era el momento. Tenía
que convencerlos de que les era útil tenerlo vivo.
El pueblo derribó la puerta y... se encontró a
Mike junto al ansiado cofre de monedas de oro. El borracho se apresuró en tomar
la iniciativa:
B: Ese cofre me pertenece, no hagas nada
estúpido o te volaré la cabeza.
M: Claro que ese cofre no te pertenece. Pero
puedes tomarlo. Aunque si lo tomas...
B: ¿Que? ¿Que? ¿ Está maldito? ¿ Un rayo me
matará? Dilo de una vez
M: Si tomas ese cofre, jamás les diré donde
están los demás.
El Sheriff se hizo lugar entre la multitud,
tratando de calmar los ánimos
S: ¿Hay mas cofres?
M: Por supuesto. ¿ Donde se ha visto que
los piratas entierren un solo y triste cofre? No. hay cientos, o
miles, tendría que ir a contarlos.
S: ¿Dónde
demonios están los demás? Sin vueltas, sin juegos, dilo y te
dejaremos en paz. Es demasiada casualidad que justo cuando llegas al pueblo, de
repente empiezan a aparecer cofres llenos de oro. Alguien con poca paciencia
podría torturarte para que digas donde están los cofres... y la droga.
Los ánimos se estaban caldeando. Pero no podían
matarlo, no sin saber donde están los cofres y la droga.
¿Y luego de entregar los cientos de cofres
que pasaría? Tal vez un período de paz, de unas pocas
semanas, hasta que la codicia los tape, y el pueblo sea una guerra. No solo una
guerra, una guerra de millonarios. Tanques, misiles, vaya uno a saber que compran
para matar a su vecino y robarles sus monedas.
Mike tenía un poder, y usarlo tal vez haría
desaparecer a Rancho Nefasto.
Mike
pensó en las alternativas. No tenía demasiadas. Tenía que mentir, bien
y rápido. De forma convincente. Les diría un paradero donde
no encontrarían nada. y cuando vuelvan a buscarlo, tal vez lo maten y
ya. El problema radicaba en la imposibilidad de Mike de quedarse a solas con
las monedas, ningún aldeano iba a permitir que el forastero se quede
con el cofre, mientras los demás iban en buscan del tesoro.
Así que tomó la decisión más estúpida que podría haber
tomado. Agarró el cofre, y saltó por una de las ventanas laterales de la casa,
dejando totalmente atónitos al Sheriff, al Borracho, y al resto de la
gente del pueblo. El silencio duró apenas unos segundos. Luego un
aldeano distraído efectuó el primer disparo, entendiendo que
hacía unos segundos había un tipo con un cofre y de repente no estaba
más, se había perdido
algo, quería una explicación. A ese primer disparo,
le siguieron varios mas, con destino incierto. No sabían a que le
estaban disparando, ahí ya no había nada.
La frustración era completa.
Cuando cayeron en la cuenta de que solo tenían
que salir de la casa, ya era tarde. Mike había huido. Con una fortuna
bajos sus brazos. Ese mismo día, El Sheriff decidió poner una recompensa por la
cabeza de Mike. Era lo justo. El tipo, presumiblemente mafioso, huyó con
una fortuna que no era de él. La recompensa no era cuantiosa, pero debido a los
gastos absurdos en que habían caído los pueblerinos, cualquier suma
por matar a un forastero con un cofre de monedas de oro, era una buena suma.
Mike tenía un cofre y a todo el rancho tratando
de matarlo para sacárselo. Podría multiplicarlo, 100, 200, 300
cofres, y todos quedarían contentos. Pero... ¿
Qué pasaría cuando les queden pocas monedas? Volverían a
buscar mas cofres o matarían a sus vecinos para conseguir el suyo. Tenía
que haber otra respuesta.
Por su parte el Sheriff se sintió humillado por
como Mike huyó con el cofre. Era La Ley hecha persona, la
autoridad máxima, casi el dios del pueblo, y fue burlado y humillado. Esto
ya era algo personal, más allá de la recompensa
que recibiría por entregarlo a las autoridades nacionales, de la fama
por atrapar al mafioso más peligroso de la región, ahora quería matarlo y
punto.
El Cantinero estaba aliviado por seguir con
vida, pero decepcionado por como Mike le había arrebatado el cofre, a fin de
cuentas el cofre era suyo y con un par de palabras dulces, se lo arrebató.
Pasaban los días, las semanas, y nadie
podía encontrar a Mike. Algunos pocos hasta desistieron, asumiendo que había
abandonado el rancho, lleno de oro y de drogas. Lo empezaron a buscar por los
pueblos aledaños, luego se fueron a los un poco más lejos. En poco tiempo,
Rancho Nefasto estaba desierto, todo el pueblo había salido a buscar
a Mike.
En una de las rutas se cruzaron los antiguos
socios, el borracho y el cantinero.
C: - Tuviste suerte?
B:- No. Ese desgraciado se esfumó. Tengo
la intuición de que aún está en el rancho
C:- A menos que sea invisible, eso no puede ser
cierto. No quedó ningún rincón sin requisar.
B:- Se nos tiene que haber pasado algo por alto.
Es un dealer, no nos olvidemos. Lleva en los genes como esconderse cuando
lo están buscando.
C:- Creo que tengo una idea. Vamos.
El dúo nefasto, nuevamente unido por
un interés en común, regresó al rancho, y se dirigieron
directamente a la taberna. Por alguna extraña razón, no la habían
revisado. Al entrar, casi que se desmayan al ver el
panorama. Había un cofre. Dentro del cofre no había monedas
de oro, pero si droga, mucha droga.
Lentamente los pueblerinos de Rancho Nefasto
fueron volviendo a su hogar, frustrados por la búsqueda infructuosa,
por no poder recibir la recompensa, por no poder hallar el cofre con las
monedas de oro, porque un forastero se escapó con su fortuna. El ánimo general
estaba por el piso.
Algunos pocos empezaron a cavar de nuevo. Los
cofres tenían que estar en algún lado. No
se podía haber llevado todos. Pero los días pasaban y los
centenares de cofres no aparecían.
Por otro lado un rumor invadió las calles del
Rancho. Se vieron pequeñas dosis de droga desparramadas por la plaza
central, como avisando que un nuevo dealer había entrado al rancho.
El Sheriff vio con buenos ojos estas
señales. Creía que Mike no había abandonado el rancho, solo
que ahora lo manejaría desde el anonimato, pero él, tarde o temprano,
lo atraparía y sería el héroe que estaba destinado a ser.
Luego de proveer de una dosis extremadamente
generosa de droga al dúo nefasto, con la que este podría, además
de ganar dinero, mantener distraído al Sheriff y al resto del pueblo,
Mike abandonó el rancho, en busca de otro pueblo donde no lo quieran matar y
donde pueda ser quien es, un tipo, que mas allá de todo, tiene un
poder. FIN
Autor: Dario Alejandro Besada
Edad: 29 Años
Fecha: 15/05/2012
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