Un manjar
El restaurante estaba lleno. No dábamos abasto con los pedidos cuando El Ruso entró a la cocina como si fuese el living de su casa. Así se manejaba, como si fuera el dueño de todo. Era un mafioso local, de poca monta, no vayan a creer que era El Padrino, no no. Era su gran ambición pero por lo pronto era básicamente un Don Nadie. Empezó a llamar al chef a los gritos y al ver que nadie le contestaba, lanzó un maletín arriba de la mesa. Toda la ciudad sabía lo que significaba eso. Silencio. De repente había captado la atención de todos. Yo era dueño y chef de ese modesto restaurante durante los últimos quince o veinte años. Estuve haciendo malabares para pagar las cuentas mientras otros emprendimientos se iban a la ruina: Yo: ¿Qué es todo este espectáculo? Ruso: ¡Quiero saber quien está a cargo! Yo: Yo Ruso: Pensé que este era un restaurante serio. Hace rato que estoy acá y no me dan bola Yo: No sé si sabe donde está. Esto es una cocina, de un restaurante y resulta que estamos cocin...